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domingo, 15 de noviembre de 2015

2. PPP: Ostia, una tormenta azul como la muerte

En la noche del 1 al 2 de noviembre de 1975, Pasolini fue asesinado en un descampado cercano al puerto de escala para hidroaviones de Ostia, localidad costera situada a 25 kilómetros de Roma. Tenía 53 años. Después de sufrir un atroz castigo y de ser arrollado por un automóvil en medio de la oscuridad, su cuerpo fue abandonado en el lugar junto a un montón de basura y hallado por una vecina, Maria Teresa Lollobrigida, que denunció el hecho. El único condenado por  “muerte en colaboración de otros”, a nueve años de prisión, fue el entonces menor de 17 años Giuseppe Pelosi, con antecedentes por robo, quien se autoinculpó aduciendo defensa propia al negarse a mantener relaciones sexuales con el cineasta. Otros jóvenes detenidos fueron puestos en libertad. Esta versión oficial e inicial, que tiene muchas lagunas, fue rápidamente cuestionada por numerosas fuentes, por lo que desde entonces hasta hoy el caso fue abierto y vuelto a cerrar en cuatro oportunidades. La última vez se reinició en 2010 y se archivó en mayo de 2015, ratificando que hubo una actuación en grupo pero sin que las pruebas y análisis aportados lograran la identificación de sus integrantes, que eran al menos tres. Nunca aparecieron los hombres que fueron vistos por los testigos en el lugar, junto a dos coches y una moto.

MUERTE EN OSTIA
El cadáver de Pasolini, hallado a 200 metros del mar. Observadas detenidamente, las fotos parecen  las habituales de la crónica negra de los periódicos de la época. Pero informa en su horror del calvario final del cineasta.

“Si se ha tratado de hacer un obituario sobre la muerte de Pasolini es solo porque el duelo es imposible, porque su muerte está siempre reciente, entre todas estas fotografías, a pesar de haber transcurrido cuarenta años” (comentario del filósofo Pablo Perera Velamazán).


La hipótesis de un asesinato por motivaciones políticas (Pasolini tenía ya numerosos enemigos en las esferas del poder democristiano y de la derecha fascista, los servicios secretos y las tramas mafiosas) nunca fue descartada, como la versión de que se trató de una extorsión de chaperos. Veinte años después de la noche del crimen, el cineasta Marco Tulio Giordana realizó una contundente denuncia de las irregularidades del proceso judicial en el film Pasolini, un delitto italiano. Giordana es el director de la excelente película La mejor juventud, que toma su nombre del libro de poemas La meglio gioventù de Pasolini.



El cineasta español Javier Rebollo, por su parte, acaba de publicar en la revista Caimán el artículo Hay que matar a Pasolini, en el que recuerda que éste trabajaba, en el momento de su muerte, “en una monumental novela protagonizada por un trasunto de Enrico Mattei”, el presidente de la Empresa Nacional de Hidrocarburos (ENI) cuyo avión estalló en el aire, viniendo de Sicilia, en octubre de 1962. Mattei se había enfrentado con las grandes compañías petrolíferas internacionales. En 1970 fue asesinado en Palermo el periodista Mauro de Mauro, que investigaba la muerte del empresario para la película de Francesco Rosi El caso Mattei, que se estrenó en 1972 protagonizada por el actor Gian Maria Volonté. Rebollo subraya que la novela inacabada que entonces escribía Pasolini se llama Petróleo “y solo fue publicada en 1992 y muy mal leída. Únicamente el tiempo la pondrá junto a las grandes novelas del siglo, una investigación que debía tener dos mil páginas en forma de alegoría sobre el poder y el sexo que, a la postre, le costó la vida al poeta y cineasta”. Otro elemento agregado a este espeso misterio italiano es el presunto robo de un capítulo de Petróleo, que al parecer revelaba la trama mafiosa de las petroleras y el Estado, y que desapareció de su casa después de que lo asesinaran.

Pasolini murió en Ostia, en el mismo lugar en el que había filmado el año anterior algunas escenas fulgurantes de Las mil y una noches. En el relato de un viaje por la costa italiana que el cineasta realizó en 1959 describió esa playa de Roma con esta enigmática imagen: “Llego a Ostia con una tormenta azul como la muerte. El agua se evapora entre truenos y rayos. Los veraneantes se aprietan en los bares, en las casetas, con la cola entre las piernas. Los sitios, vacíos, parecen inmensos”. En Ostia hay un monolito que recuerda a Pasolini y a él se dirige en su moto Nanni Moretti, en una secuencia de su película Caro diario (1993) en la que ofrece un homenaje sin palabras al escritor, cuyos restos están sepultados en la localidad friulana de Casarsa.

“Todos estamos en peligro”. La entrevista que realizara el periodista Furio Colombo a Pasolini el 1 de noviembre de 1975 (1) sitúa muy bien la actitud en que se encontraba el intelectual pocas horas antes de su asesinato: una lúcida radicalidad, coherente con los numerosos combates dialécticos y actitudes vitales ejercidos en su vida, y un gran aislamiento. Ya había propuesto la eliminación de la escuela y la televisión, que asentaban el sistema de dominación, o procesar a los dirigentes democristianos, causas para las cuales se encontraba cada vez más solo. Colombo ha recordado en estos días que la conversación duró horas, que tuvo largas pausas y que Pasolini mostraba una "seca severidad, que parecía aislarlo, como si estuviéramos en una secuencia pública que alguien estuviese filmando". En la entrevista, el periodista indaga en las contradicciones que ve en ese hombre de 53 años que tiene frente a sí, capaz de respuestas honestas y fundamentadas.
Algunos ejemplos:

Rechazo
“El rechazo ha sido siempre un gesto esencial. Los santos, los ermitaños, pero también los intelectuales. Los pocos que han hecho la historia son aquellos que han dicho no, nunca los cortesanos y los ayudantes de los cardenales. El rechazo, para funcionar, debe ser grande, no pequeño, total, no sobre este o aquel punto, "absurdo", no de sentido común. Eichmann, amigo mío, tenía mucho sentido común. ¿Qué le faltó? Le faltó decir no, pero cuando estaba en lo alto, al principio, cuando lo que hacía era sólo administración rutinaria, burocracia. A lo mejor incluso habrá dicho a los amigos: a mí ese Himmler no me gusta mucho. Habrá murmurado, como se murmura en los editoriales, en los periódicos, en el mundo del amiguismo y en la televisión. O también se habrá rebelado porque este o aquel tren se paraba una vez al día para las necesidades y el pan y el agua de los deportados, cuando hubieran sido más funcionales o más económicas dos paradas. Pero nunca bloqueó la maquinaria. Entonces los problemas son tres. Cuál es, como dices tú, "la situación", y por qué se debería pararla o destruirla. Y cómo”.



Poder
“El poder es un  sistema de educación que nos divide en sojuzgados y sojuzgadores. Pero cuidado. Un mismo sistema educativo nos forma a todos, desde las llamadas clases dirigentes hasta los pobres. Por eso todos quieren las mismas cosas y se portan de la misma manera. Si tengo en las manos un consejo de administración o una operación bursátil, los utilizo. Si no, una barra de hierro. Y cuando utilizo una barra de hierro hago uso de mi violencia para obtener lo que quiero. ¿Por qué lo quiero? Porque me han dicho que es una virtud quererlo. Yo ejerzo mi derecho-virtud. Soy asesino y soy bueno.”

Tropa
“¿Nunca has visto esas marionetas que hacen reír tanto a los niños porque tienen el cuerpo para un lado y la cabeza para otro? Me parece que Totò hacía un truco parecido.  Así veo yo la inmensa tropa de intelectuales, sociólogos, expertos y periodistas de las intenciones más nobles: las cosas suceden aquí y la cabeza mira hacia allá. No digo que no exista el fascismo. Digo: dejad de hablarme del mar mientras estamos en la montaña. Este es un paisaje distinto. Aquí existe el deseo de matar. Y este deseo nos ata como hermanos siniestros de un fracaso siniestro de todo un sistema social. También a mí me gustaría que todo se resolviese con aislar a la oveja negra. Yo también veo las ovejas negras. Veo muchas. Las veo todas. Éste es el problema, ya se lo he dicho a Moravia: por la vida que llevo pago un precio…Es como alguien que baja al infierno. Pero cuando vuelvo –si es que vuelvo— he visto otras cosas, más cosas. No digo que tengáis que creerme. Digo que tenéis que cambiar continuamente de discurso para no enfrentaros a la verdad.”
-¿Y cuál es la verdad?
Siento haber utilizado esta palabra. Quería decir la “evidencia”.
(….)
-¿Por qué piensas que para ti las cosas están más claras?
“No quisiera hablar más de mí, quizás he hablado incluso demasiado. Todos saben que mis experiencias las pago personalmente. Pero están también mis libros y mis películas. Quizás soy yo quien se equivoca. Pero sigo diciendo que estamos todos en peligro”.

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1.Todos estamos en peligro. Versión íntegra de la última entrevista a Pasolini, realizada por el periodista Furio Colombo. Fue publicada en el suplemento Tuttolibri del periódico La Stampa el 8 de noviembre de 1975.
Le sigue el artículo La Italia de Pasolini, del filósofo y ensayista italiano Remo Bodei: