“La obra madura de Pasolini se ha
convertido en objeto de apropiación múltiple, una vez que la historia ha dado
la razón a su pesimismo en torno a la modernización consumista. Sin embargo, conviene recordar, primero, que dicha obra va
enteramente asociada a una reflexión social compleja y atenta a la
realidad de su tiempo, lo que explica la relación de Pasolini con distintos
grupos sociales y políticos. Y al mismo tiempo que su discurso crítico (y su
pesimismo) tenían que ver con un comunismo emparentado con la cultura de la
resistencia antifascista que la aceleración industrial fue dejando atrás”. En
este marco, trazado por el profesor de Filosofía del Derecho Antonio Giménez
Merino, se sitúan los numerosos artículos
periodísticos y reflexiones que el autor escribió, en un contexto
profundamente italiano pero casi siempre vinculado a problemas del mundo
moderno, en cuyo seno hay que entender todos sus mensajes.
El autor de `Escritos corsarios´ y `Cartas luteranas´ |
El terror institucional, la contestación
estudiantil, la lucha obrera, entre otras cuestiones acuciantes de esos años,
son tratados en las columnas para el semanario Tempo (entre 1968 y 1970) con una vehemencia que prefigura su etapa
posterior como polemista. Ésta se desarrolla entre 1973 y 1975 con una amplia
colección de artículos sobre temas políticos y sociales, que conforma una
crítica radical a la sociedad desarrollada. Integran el libro Escritos corsarios. La mayor parte de
ellos fueron inicialmente publicados en la primera página del diario Corriere della Sera. Finalmente, entre enero y octubre de 1975,
publica artículos en el semanario Il Mondo,
y también en el Corriere, que serán agrupados
en libro como Cartas luteranas.
El crítico y ensayista Alfonso Berardinelli afirma que la “homologación cultural” de la que hablaba entonces Pasolini, es decir, la reducción de los italianos a un único y despótico modelo de comportamiento (Nueva Clase Media o Nueva Pequeña Burguesía total) no era un proceso ya finalizado, "pero lo sería pronto”. Pasolini, dice, fue uno de los últimos escritores difíciles de concebir en un contexto no italiano, abstractamente cosmopolita. Y añade que “la ensayística política de urgencia es la verdadera invención literaria de los últimos años del escritor. Se funda en el esquema retórico de la requisitoria y es la gran oratoria de acusación y autodefensa pública de un poeta.”
Casi un testamento. Son muchas las entrevistas que Pasolini concedió, del mismo modo que son innumerables las ocasiones en que fue fotografiado, de manera que su exposición pública fue permanente. Pero hubo algunos encuentros especiales. Por ejemplo, los mantenidos con el periodista inglés Peter Dragazde, en los que el escritor desgranó reflexiones y observaciones que constituyen un virtual “testamiento espiritual e intelectual”. La cultura italiana, Por qué San Mateo, Comunismo y religión, Lucha de clases, Violencia, Cine y Realidad, son algunos de los temas planteados.
PPP visto por Letizia Battaglia en 1972 |
Sobre la Libertad Sexual se pregunta: “¿Es la libertad sexual necesaria para
la creación? Sí. No. O quizá sí. No, no, claro que no. Pero…sí. No, mejor no.
¿O sí? ¡Oh, maravillosa incontinencia! (¡Oh, maravillosa castidad!)”.
Algunas de estas respuestas son muy
breves, otras ocupan cuatro o cinco párrafos. Pero la más extensa es la dedicada al
Capitalismo. Está formulada en 1967 y en síntesis dice:
“El capitalismo es hoy día el
protagonista de una gran revolución interna: se está convirtiendo,
revolucionariamente, en neocapitalismo.
En contradicción con lo que decía
antes, podría afirmar que la revolución
neocapitalista se presenta como competidora de las fuerzas mundiales que
van a la izquierda. En cierto sentido, ella también se sitúa a la izquierda. Y,
hecho insólito, yendo (a su manera) a la izquierda tiende a englobar todo lo
que va a la izquierda. Ante este neocapitalismo revolucionario, progresista y
uniformador, se experimenta un inaudito sentimiento (sin precedentes) de unidad del mundo.
“¿Y por qué pasa esto? Porque el
neocapitalismo coincide con la completa industrialización mundial y con la
aplicación tecnológica de la ciencia. (…)
“Yo espero, naturalmente, que no gane
el neocapitalismo sino que ganen los pobres. Porque yo soy un hombre antiguo,
que ha leído a los clásicos, que ha recolectado las uvas en los viñedos…, que
ha vivido en pequeñas ciudades que llevan en su espléndida imagen la impronta
de las edades artesanales. Por lo tanto, no me interesa nada un mundo
uniformado por el neocapitalismo, es decir, por un internacionalismo
engendrado, mediante la violencia, por la necesidad de la producción y del consumo.”