La pintura ha sido la principal
referencia visual de Pasolini al comenzar su trayectoria como director de cine
y un componente esencial de toda su obra. En unas declaraciones formuladas
durante las pausas del rodaje de Mamma
Roma, el propio cineasta lo formuló explícitamente: “Lo que tengo en la
cabeza como visión, como campo visual, son los frescos de Masaccio, de Giotto
–que son los pintores que me gustan más, junto con algunos manieristas-. Y no
consigo concebir imágenes, paisajes, composiciones de figuras al margen de esta
inicial pasión pictórica, trecentista, que tiene al hombre como centro de toda
perspectiva. Por eso cuando mis imágenes están en movimiento, están en
movimiento como si el objetivo se moviese sobre un cuadro”.
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Roberto Longhi, retratado por PPP |
Esa pasión pictórica se despertó
principalmente cuando Pasolini era estudiante en la Universidad de Bolonia y
realizó un curso de Historia del Arte con quien siempre consideró más que un
profesor un maestro: Roberto Longhi.
A los 20 años de edad, comenzó un trabajo de licenciatura sobre la pintura
italiana contemporánea (que incluía análisis de las obras de Carlo Carrá, Filippo
de Pisis y de otro boloñés ilustre: Giorgio Morandi). Pero el manuscrito de ese
trabajo se perdió. Bajo el magisterio de Longhi, el cineasta aprendió que
Caravaggio inventó una nueva luz “cotidiana y dramática” para sustituir “la
iluminación universal del Renacimiento platónico”. En este pintor Pasolini observará más tarde que
su “diafragma luminoso vuelve sus figuras distantes, artificiales, como reflejadas
en un espejo cósmico. Aquí los rasgos populares y realistas de los rostros se
pulimentan en una caracterología mortuoria…No solo el Baco joven está enfermo, también lo está su fruta”.
Si bien es abundante la referencia a
pintores del pasado en la imagen pasoliniana, la escritora Mariel Manrique ve
la conexión del cineasta con un pintor del siglo XX: “Más allá de la presencia
de Masaccio en Accattone, Mantegna en
Mamma Roma, Giotto y Piero della
Francesca en El Evangelio según San Mateo,
Velázquez en Che cosa sono le nuvole?,
Bruegel y el Bosco en Los cuentos de
Canterbury, de la presencia del propio Pasolini como Giotto en El Decamerón…, el eco subterráneo de esa
cinematografía es la pintura de Francis Bacon; un eco que se hace grito en Saló”. A semejanza de lo que llama el método Bacon, Pasolini “hace un cine no figurativo y
antinaturalista, sin hacer un cine abstracto”.
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Bacon joven enfermo
de CARAVAGGIO |
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El combate de don Carnaval y doña Cuaresma |
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El país de Jauja
Dos cuadros de PIETER BRUEGEL EL VIEJO |
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Saló o los 120 días de Sodoma |
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Obra de Francis Bacon |
Aunque fragmentarias, hubo algunas
exposiciones de las pinturas y dibujos del cineasta. En la presentación de una de ellas,
realizada en 1991 en Madrid y Sevilla, el pintor italiano Giuseppe Zigaina
estableció una curiosa relación entre el cuadro de Velazquez La fragua de Vulcano, que está en el
Museo del Prado, y Pasolini, señalando su parecido físico con el personaje
mitológico. Velázquez pintó el cuadro en Roma, en 1630, “eligiendo sus modelos entre los jóvenes de
los suburbios”. Y agrega Zigaina: “Que en El
Decamerón Pasolini/Giotto se haya vestido, en muchas escenas, como el Vulcano
de Veláquez es una confirmación ulterior de la influencia que sobre él tuvo
este cuadro del Museo del Prado”.
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PPP como Giotto |
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La fragua de Vulcano, de Velázquez |