El gran
fotógrafo brasileño Sabastiào Salgado (Aymorés, Estado de Minas Gerais, 1944)
es el artífice de una singular epopeya visual. Durante cuarenta años ha
recorrido 120 países fotografiando las grandes transformaciones sociales del
siglo XX mediante series tan deslumbrantes como reflexivas de reportajes, cada
una de las cuales tuvo años de duración. Salgado es de la estirpe de los
exploradores del dieciocho y de los viajeros cosmopolitas del diecinueve, pero
su mundo de imágenes pertenece al siglo XX. La suya es una mirada literalmente
universal, país por país, región por región, centrada en las diversas condiciones
del hombre, e impulsada por su circunstancia vital latinoamericana.
Probablemente por todo eso, la personalidad estética de Salgado está en las
antípodas de una percepción globalizada
del mundo, de la inmediatez y el falso conocimiento.
A finales de
la década de 1990, después de haber visto en directo lo que probablemente no
muchas personas han visto, regresó a su lugar de nacimiento –la finca ganadera
de Vale do Rio Doce, en Minas Gerais, que fue de su padre— donde verificó los
efectos de la deforestación y de la erosión de un terreno que fue siempre muy
fértil, asiento de una vegetación tropical y una gran diversidad de especies
animales. Por iniciativa de su esposa, Lélia Wanick, surgió la idea de
reforestar la finca, de unos 700 metros cuadrados, que hoy es un espacio
protegido y en el cual se encuentra el Instituto Terra (1), que ambos han creado para tal fin. Progresivamente,
el ecosistema que Salgado había conocido en su niñez se fue recreando hasta
conseguir su actual renacimiento.
ICEBERG EN LA PENÍNSULA ANTÁRTICA, 2005 Entre la isla Paulet y las islas Shetland del Sur. Salgado/ Amazonas Images |
IGUANA MARINA Galápagos, Ecuador, 2004. Salgado/Amazonas Images |
CÍRCULO ÁRTICO Península de Yamal, Siberia, Rusia, 2011. Los nénets y sus rebaños acampan cuando el mal tiempo les impide avanzar. Salgado/Amazonas Images |
Esplendor de la naturaleza. De esa experiencia surgió la idea del nuevo proyecto fotográfico, Génesis, íntegramente realizado durante ocho años de la primera década del nuevo siglo, que representa una orientación diferente en su extensa obra: “Mis proyectos anteriores, Trabajadores, Éxodos y muchos otros fueron periplos a través de las tribulaciones de la humanidad –afirma--. Éste sin embargo fue mi homenaje al esplendor de la naturaleza. Al viajar a pie, en embarcaciones, avionetas o globos, mientras fotografiaba volcanes, icebergs, desiertos y junglas, contemplé un mundo que no ha cambiado en milenios”. Más de 200 fotos excepcionales en blanco y negro, agrupadas en cinco capítulos que abarcan grandes ecosistemas y grupos humanos, integran la exposición de Salgado –Génesis--, que actualmente puede verse en las salas de la CaixaForum de Madrid (2). Un notable libro de gran formato da cuenta de esa experiencia en espacios casi vírgenes que abarcan prácticamente la mitad del planeta.
Están en la
muestra: La Antártida y los confines del Sur
(desde las Malvinas a las islas
Georgias y Sándwich); África (desde
Botswana al Congo, desde Etiopía a Libia o Argelia); Las tierras del Norte (Alaska y la meseta de Colorado en Estados
Unidos, zonas de Canadá y regiones septentrionales de Rusia, Siberia y
Kamchatka); Los santuarios (Galápagos,
Indonesia, Sumatra y Madagascar); y La Amazonia y el pantanal (que se extiende desde el corazón de
Brasil a los países vecinos). “Esas maravillas, que han esquivado el largo
brazo del mundo actual”, afirma el fotógrafo, “se encuentran en los círculos
polares y en las selvas tropicales, en las vastas sabanas y en los desiertos
abrasadores, en las montañas cubiertas de glaciares y en islas solitarias”.
ANTÁRTIDA, 2005. Pingüinos en un témpano. Salgado/Amazonas Images |
PENÍNSULA VALDÉS, 2005. Lobos marinos y pingüinos en la Patagonia. Salgado/Amazonas Images |
GLACIAR PERITO MORENO, 2007 Patagonia argentina. Salgado/Amazonas Images |
El interior del planeta. Coincidiendo con la muestra de CaixaForum,
se acaba de publicar en castellano el libro De mi tierra a la Tierra (3), unas memorias de Salgado hilvanadas
con la colaboración de la periodista francesa Isabelle Francq. En ellas, el
fotógrafo recapitula: “Terminé los reportajes de Génesis con cerca de 70 años.
Me agotaron físicamente. Tuve que enfrentarme a las inclemencias del tiempo, pasando de los climas más fríos a
los más cálidos, de los más húmedos a los más secos y, sobre todo, recorrí a
pie distancias enormes (…) En definitiva, diría que mientras la mente es
indultada, para el cuerpo es un castigo. Al cabo de ocho años estaba cansado,
aunque interiormente regenerado”.
LIBRO DE MEMORIAS Del origen al Génesis. |
El fotógrafo
confiesa que quiso seguir las huellas del naturalista inglés y pasó tres meses
en las islas Galápagos, donde Darwin, después de dar durante cinco años la
vuelta al planeta, concibió su teoría de la evolución natural. Salgado, que
afirmó no haber hecho su última serie de fotografías ni como entomólogo ni como
periodista, llevaba consigo el célebre libro El viaje del Beagle (4) y
dice haber visto probablemente los mismos fenómenos –la adaptación de las
iguanas, que viven unos 200 años-- que
viera su maestro. Era necesario estar ahí, pacientemente, frente a una tortuga
gigante, por ejemplo, “poniéndome a su altura” durante un día entero para
empezar la labor. “Al que no le guste esperar no podrá ser fotógrafo”,
sentencia.
Destino sudamericano. Algunos cielos portentosos que pueden verse en Génesis marcan como un retorno al origen para el fotógrafo: “Me crié con imágenes de cielos cargados de nubes a través de las cuales penetra la luz”. La explotación agrícola de su padre era autosuficiente y en ella vivían unas treinta familias. Allí tuvo una noción del tiempo que posteriormente resultó vital para su fotografía, ya que su padre iba a vender a la población comercial más cercana cientos de animales a los que conducía a pie, junto a sus empleados, con una vara: el traslado solía tardar 50 días. Salgado recuerda: “Tenían tiempo para hablar, mirar el paisaje. Esa lentitud es la misma que la de la fotografía. Ya que, aunque el avión, el coche o el tren nos transporten rápidamente a un punto u otro del globo, después, sobre el terreno, en el momento de fotografiar, uno tiene que tomarse su tiempo. Adaptarse a la velocidad de los seres humanos, de los animales, de la vida (…) Para hacer fotos, hay que respetar su ritmo”.
TORTUGAS GIGANTES, 2004. Galápagos, Ecuador. Salgado/Amazonas Images |
BOTSWANA, 2008 Leopardo en el valle de Okavango, África. Salgado/Amazonas Images |
Destino sudamericano. Algunos cielos portentosos que pueden verse en Génesis marcan como un retorno al origen para el fotógrafo: “Me crié con imágenes de cielos cargados de nubes a través de las cuales penetra la luz”. La explotación agrícola de su padre era autosuficiente y en ella vivían unas treinta familias. Allí tuvo una noción del tiempo que posteriormente resultó vital para su fotografía, ya que su padre iba a vender a la población comercial más cercana cientos de animales a los que conducía a pie, junto a sus empleados, con una vara: el traslado solía tardar 50 días. Salgado recuerda: “Tenían tiempo para hablar, mirar el paisaje. Esa lentitud es la misma que la de la fotografía. Ya que, aunque el avión, el coche o el tren nos transporten rápidamente a un punto u otro del globo, después, sobre el terreno, en el momento de fotografiar, uno tiene que tomarse su tiempo. Adaptarse a la velocidad de los seres humanos, de los animales, de la vida (…) Para hacer fotos, hay que respetar su ritmo”.
Pero todo
esto vino después. Desde la finca de su padre, el adolescente Salgado se
trasladó a la ciudad de Vitoria, en el Estado de Espirito Santo, para terminar
el secundario. Allí conoció, cuando tenía 20 años, a Léila, su compañera de
toda la vida, con la que tuvo dos hijos y que es la comisaria de sus
exposiciones y editora de sus libros. Allí se vinculó con militantes de
partidos de izquierda, y finalmente se afilió a Acción Popular, uno de los
grupos radicalizados de la izquierda cristiana vinculado a la reciente
Revolución Cubana. Comenzó a cursar economía política en la Universidad cuando
se produjo –en 1964— el golpe militar del mariscal Castelo Branco, que derrocó
al presidente Joao Goulart e instauró una dictadura que duraría hasta 1985. Como
miles de jóvenes sudamericanos de aquella época, Salgado y su mujer, que habían
participado en manifestaciones y acciones contra el régimen militar, se vieron
ante la opción de pasar a la clandestinidad, a los 25 años, o marcharse del
país. Finalmente, lograron salir a Francia y radicarse en París como
refugiados.
Allí empieza otra etapa, pero aún no la fotografía. Salgado termina sus estudios como economista y se integra a varios proyectos de desarrollo del Banco Mundial y la FAO en África, donde, después varios viajes, dice, “encontré mi paraíso”. Fruto de más de 40 reportajes en ese continente son las imágenes del libro África, publicado en 2007. A los 29 años, Salgado decide convertirse en fotógrafo independiente, primero vinculado a la agencia Gamma y posteriormente a Magnum, en la que permanece 15 años. Al principio, hace fotos de deportes, retratos, desnudos, pero se da cuenta que lo suyo es “lo social”. Lo cuenta así: “Cuando me preguntan cómo llegué a la fotografía social, contesto: ha sido como una prolongación de mi compromiso político y de mis orígenes. Vivíamos [ en París] rodeados de refugiados que habían huido, al igual que nosotros, de las dictaduras de América del Sur, pero también entre refugiados polacos, portugueses, angoleños…así que, con naturalidad, empecé a fotografiar a los emigrados, a los sin papeles. Primero en Francia y después en distintos países europeos”.
ETIOPÍA, 2008. Ceremonia en el valle de Omo. Salgado/Amazonas Images |
ESTADO DE PARÁ, BRASIL, 2009 Mujeres del poblado de Towari Ypy tiñéndose el cuerpo con un fruto rojo. Salgado/Amazonas Images |
SUMATRA OCCIDENTAL, INDONESIA, 2008. Chamán preparando un tamiz en la isla de Siberut. Salgado/Amazonas Images |
Allí empieza otra etapa, pero aún no la fotografía. Salgado termina sus estudios como economista y se integra a varios proyectos de desarrollo del Banco Mundial y la FAO en África, donde, después varios viajes, dice, “encontré mi paraíso”. Fruto de más de 40 reportajes en ese continente son las imágenes del libro África, publicado en 2007. A los 29 años, Salgado decide convertirse en fotógrafo independiente, primero vinculado a la agencia Gamma y posteriormente a Magnum, en la que permanece 15 años. Al principio, hace fotos de deportes, retratos, desnudos, pero se da cuenta que lo suyo es “lo social”. Lo cuenta así: “Cuando me preguntan cómo llegué a la fotografía social, contesto: ha sido como una prolongación de mi compromiso político y de mis orígenes. Vivíamos [ en París] rodeados de refugiados que habían huido, al igual que nosotros, de las dictaduras de América del Sur, pero también entre refugiados polacos, portugueses, angoleños…así que, con naturalidad, empecé a fotografiar a los emigrados, a los sin papeles. Primero en Francia y después en distintos países europeos”.
Cursos de
geopolítica y de marxismo completaron la formación del economista, lo que se
constituyó en la herramienta para analizar el contexto en el que tomaba sus
fotografías: “Siempre he podido ubicar mis imágenes en una visión histórica,
sociológica. Lo que los escritores reconstruyen con su pluma, yo lo reconstruyo
con mis cámaras. La fotografía es para mí una forma de escritura.”
KAMCHATKA, 2006. Salgado/Amazonas Images |
VENEZUELA, 2006 Salgado/Amazonas Images |
Los libros. Estos relatos fotográficos, cuyo
soporte fueron grandes diarios y revistas del mundo, dieron origen a libros
sustanciales. El primero fue Otras Américas (1986), con Claude Nori, un viaje a
través de las culturas autóctonas de Brasil, adonde Salgado pudo regresar
acogiéndose a la ley de amnistía de 1979. Las regiones y las poblaciones de su
inmenso país, y de otros de América Latina, encuentran aquí su riqueza cultural
y la belleza de su entorno. Sahel, el
fin del camino, una serie de reportajes sobre las poblaciones que sufrían la
sequía en esa región africana, fue publicado en 1988 para la creación de la
oficina de Médicos Sin Fronteras en España. En esos años, Salgado realizó también
un seguimiento de las acciones del Movimiento de los Sin Tierra de Brasil, que
entonces agrupaba a casi cinco millones de familias rurales. Sus imágenes
integran el libro Terra (1996) con textos del escritor portugués José Saramago
y poemas de las canciones del músico Chico Buarque. Más de una vez fue
interrogado públicamente acerca del sentido de esos retratos. El fotógrafo precisa
así su acercamiento a las imágenes de la pobreza: “Yo no soy originario de la
mitad norte del mundo y no comparto el sentimiento de culpabilidad de algunos
de mis colegas. No fotografío la pobreza material porque me sienta culpable,
forma parte del mundo del que provengo”.
En la década
de los noventa, Salgado --que ya ha recibido varios premios internacionales por su
obra— deja la agencia Magnum, en la que ha conocido a grandes fotógrafos como
Henri Cartier-Bresson, y funda con su mujer en París su propia agencia,
Amazonas Images (5). El
libro siguiente, La mano del hombre (1993), es un homenaje al trabajo, al mundo
productivo de finales de la gran revolución industrial, retratado durante cinco
años en más de 20 países: “Me gustó mucho esta época de mi vida porque dondequiera que encontrara a un hombre trabajando, ese hombre estaba siempre
orgulloso de trabajar, de crear”, recuerda. También de esos años son sus
célebres e impresionantes fotografías del trabajo de miles de hombres en las
enormes minas de oro a cielo abierto del Estado de Pará, al norte de Brasil.
Finalmente, el contacto con sufrimientos, odios y violencia – matanzas en África y América Latina, limpieza étnica en Europa-- se intensificó en la serie de imágenes que dieron origen a dos libros publicados por Salgado en el año 2000: Éxodos y Retratos de los niños del éxodo. “Trabajé en medio seres fugitivos, en las calles o en los campos de refugiados, y también en las favelas urbanas donde frecuentemente iban a parar. Muchos atravesaban los peores momentos de sus vidas. Estaban asustados, mal alojados y humillados" (5 ). En esta experiencia, el fotógrafo brasileño comprendió que sus convicciones políticas no tenían respuestas para estas tragedias que ensombrecían el futuro. Sin embargo, también halló ejemplos alentadores: “Encontré dignidad, compasión y esperanza en situaciones que justificaban ira y amargura. Conocí gente que había perdido todo pero que seguía dispuesta a confiar en un extraño. Admiré profundamente a personas que arriesgaban todo, incluso su propia vida, por un destino mejor”.
"LA MANO DEL HOMBRE" (publicado en 1993) Pesca en la Ría de Vigo, Galicia, España, 1988. Salgado/Amazonas Images |
"ÉXODOS" (publicado en 2000) Campo de refugiados ruandeses de Benako, en Tanzania, 1994. Salgado/Amazonas Images |
Finalmente, el contacto con sufrimientos, odios y violencia – matanzas en África y América Latina, limpieza étnica en Europa-- se intensificó en la serie de imágenes que dieron origen a dos libros publicados por Salgado en el año 2000: Éxodos y Retratos de los niños del éxodo. “Trabajé en medio seres fugitivos, en las calles o en los campos de refugiados, y también en las favelas urbanas donde frecuentemente iban a parar. Muchos atravesaban los peores momentos de sus vidas. Estaban asustados, mal alojados y humillados" (5 ). En esta experiencia, el fotógrafo brasileño comprendió que sus convicciones políticas no tenían respuestas para estas tragedias que ensombrecían el futuro. Sin embargo, también halló ejemplos alentadores: “Encontré dignidad, compasión y esperanza en situaciones que justificaban ira y amargura. Conocí gente que había perdido todo pero que seguía dispuesta a confiar en un extraño. Admiré profundamente a personas que arriesgaban todo, incluso su propia vida, por un destino mejor”.
LÉLIA WANICK Y SEBASTIÀO SALGADO (2006) En el Instituto Terra, Fazanda Bulcao, Aimorés, Minas Gerais, Brasil. Fotografía de Ricardo Beliel. |
Salgado dice que la fotografía no es para él ni una
militancia ni una profesión, sino su vida: “Mis fotografías: la he hecho porque
pensé que todo el mundo debía saber. Es mi punto de vista, pero no obligo a
nadie a mirarlas. Mi objetivo no es dar lecciones, ni crear buena conciencia
provocando tal o cual sentimiento de compasión. Tomé estas imágenes porque tenía la obligación moral, ética, de
hacerlo. En tales momentos de tormenta, qué es la moral, qué es la ética—me
preguntarán. Es en el instante en el que me encuentro frente a alguien que se
está muriendo cuando decido si pulso el disparador o no”.
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1.Instituto Terra. Salgado y sus colaboradores han
plantado dos millones de árboles para reforestar el bosque. Calculan que hasta
ahora han transformado en la zona 97. 000 toneladas de dióxido de carbono.
2.Génesis. Exposición de fotos de Sebastiào
Salgado comisariada por Lélia Wanick. Abierta del 17 de enero al 4 de
mayo de 2014. Varias conferencia y proyecciones cinematográficas acompañan el
desarrollo de la muestra:
3.De mi tierra a la Tierra. Memorias. Sebastiào Salgado con la
colaboración de Isabelle Francq. Editorial La Fábrica. Madrid, 2014. Título
original: De ma terre a la Terre.
Casi todas las citas textuales de declaraciones del fotógrafo brasileño reproducidas en la presente crónica han sido tomadas de este libro.
Casi todas las citas textuales de declaraciones del fotógrafo brasileño reproducidas en la presente crónica han sido tomadas de este libro.
4.Título más
habitual del Diario del viaje de un
naturalista alrededor del mundo, publicado por Darwin en 1836. Dos décadas
más tarde dio a conocer El origen de las
especies (1859)
5.En
Amazonas Images, creada en 1994, trabajan documentalistas y reveladores
fotográficos, a los que se sumaron más tarde especialistas en fotografía
digital.