ANTOLOGÍA
José Ángel Valente (Orense, 1929- Ginebra, 2000)
Fragmentos de un libro futuro
Entre el sauce apenas rozado por las aguas y la torre amarilla, el tiempo mira al tiempo y lo devora. El río lleva lento, hacia lo lejos, imágenes sin nombre, rostros muertos, el ritual aciago del adiós. Y tú, pálida sombra, en la cruel ruina de la memoria encuentras todavía fundamento.
(Tubinga, otoño tardío, 1991)
Incorpóreo, cela en la nuca el ángel toda su luminosidad.
(Posesión del ángel)
El cabo entra en las aguas como el perfil de un muerto o de un durmiente con la cabellera anegada en el mar. El color no es color; es tan sólo la luz. Y la luz sucedía a la luz en láminas de tenue transparencia. El cabo baja hacia las aguas, dibujado perfil por la mano de un dios que aquí encontrara acabamiento, la perfección del sacrificio, delgadez de la línea que engendra un horizonte o el deseo sin fin de lo lejano. El dios y el mar. Y más allá, los dioses y los mares. Siempre. Como las aguas besan las arenas y tan sólo se alejan para volver, regreso a tu cintura, a tus labios mojados por el tiempo, a la luz de tu piel que el viento bajo de la tarde enciende. Territorio, tu cuerpo. El descenso afilado de la piedra hacia el mar, del cabo hacia las aguas. Y el vacío de todo lo creado envolvente, materno, como inmensa morada.
(Cabo de Gata)
Ha pasado algún tiempo. El tiempo pasa y no deja nada. Lleva, arrastra muchas cosas consigo. El vacío, deja el vacío. Dejarse vaciar por el tiempo como se dejan vaciar los pequeños crustáceos y moluscos por el mar. El tiempo es como el mar. Nos va gastando hasta que somos transparentes. Nos da la transparencia para que el mundo pueda verse a través de nosotros o pueda oírse como oímos el sempiterno rumor del mar en la concavidad de una caracola. El mar, el tiempo, alrededores de lo que no podemos medir y nos contiene.
(Desde el otro costado)
De ti no queda más
que estos fragmentos rotos.
Que alguien los recoja con amor, te deseo,
los tenga junto a sí y no los deje
totalmente morir en esta noche
de voraces sombras, donde tú ya indefenso
todavía palpitas.
(Proyecto de epitafio)
Alrededor de la hembra solar aún sigue girando oscuro el universo.
(Centro)
Tu imagen melancólica
en el cristal tan tenue
borrada por la lluvia
es la imagen de un niño
que aún se asoma a su adentro
buscando a tientas la quebrada imagen
de lo que quiso ser.
(Retorno)
Animal extendido
sobre la duración,
agazapado más allá del tiempo y de los tiempos
o más allá del dios.
Materia.
Madre
del mundo.
Erguido seno blanco
que toca el cielo o que lo engendra
y hace nacer la infinitud.
Apenas
existimos en ella un breve instante.
Acógeme de nuevo en ti,
mas sólo cuando haya
acabado mi canto.
(Sobrevolando los Andes).
(Textos de Fragmentos de un libro futuro del poeta español. Galaxia Gutenberg/ Círculo de Lectores. Barcelona, 2000).