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domingo, 15 de noviembre de 2015

8. PPP: la influencia de la pintura, de Caravaggio a Bacon

La pintura ha sido la principal referencia visual de Pasolini al comenzar su trayectoria como director de cine y un componente esencial de toda su obra. En unas declaraciones formuladas durante las pausas del rodaje de Mamma Roma, el propio cineasta lo formuló explícitamente: “Lo que tengo en la cabeza como visión, como campo visual, son los frescos de Masaccio, de Giotto –que son los pintores que me gustan más, junto con algunos manieristas-. Y no consigo concebir imágenes, paisajes, composiciones de figuras al margen de esta inicial pasión pictórica, trecentista, que tiene al hombre como centro de toda perspectiva. Por eso cuando mis imágenes están en movimiento, están en movimiento como si el objetivo se moviese sobre un cuadro”.

Roberto Longhi, retratado por PPP
Esa pasión pictórica se despertó principalmente cuando Pasolini era estudiante en la Universidad de Bolonia y realizó un curso de Historia del Arte con quien siempre consideró más que un profesor un maestro: Roberto Longhi. A los 20 años de edad, comenzó un trabajo de licenciatura sobre la pintura italiana contemporánea (que incluía análisis de las obras de Carlo Carrá, Filippo de Pisis y de otro boloñés ilustre: Giorgio Morandi). Pero el manuscrito de ese trabajo se perdió. Bajo el magisterio de Longhi, el cineasta aprendió que Caravaggio inventó una nueva luz “cotidiana y dramática” para sustituir “la iluminación universal del Renacimiento platónico”.  En este pintor Pasolini observará más tarde que su “diafragma luminoso vuelve sus figuras distantes, artificiales, como reflejadas en un espejo cósmico. Aquí los rasgos populares y realistas de los rostros se pulimentan en una caracterología mortuoria…No solo el Baco joven está enfermo, también lo está su fruta”.

Si bien es abundante la referencia a pintores del pasado en la imagen pasoliniana, la escritora Mariel Manrique ve la conexión del cineasta con un pintor del siglo XX: “Más allá de la presencia de Masaccio en Accattone, Mantegna en Mamma Roma, Giotto y Piero della Francesca en El Evangelio según San Mateo, Velázquez en Che cosa sono le nuvole?, Bruegel y el Bosco en Los cuentos de Canterbury, de la presencia del propio Pasolini como Giotto en El Decamerón…, el eco subterráneo de esa cinematografía es la pintura de Francis Bacon; un eco que se hace grito en Saló”. A semejanza de lo que llama el método Bacon, Pasolini  “hace un cine no figurativo y antinaturalista, sin hacer un cine abstracto”.

Bacon joven enfermo
de CARAVAGGIO
El combate de don Carnaval y doña Cuaresma



El país de Jauja
Dos cuadros de PIETER BRUEGEL EL VIEJO

Saló o los 120 días de Sodoma
Obra de Francis Bacon












Aunque fragmentarias, hubo algunas exposiciones de las pinturas y dibujos del cineasta. En la presentación de una de ellas, realizada en 1991 en Madrid y Sevilla, el pintor italiano Giuseppe Zigaina estableció una curiosa relación entre el cuadro de Velazquez La fragua de Vulcano, que está en el Museo del Prado, y Pasolini, señalando su parecido físico con el personaje mitológico. Velázquez pintó el cuadro en Roma, en 1630,  “eligiendo sus modelos entre los jóvenes de los suburbios”. Y agrega Zigaina: “Que en El Decamerón Pasolini/Giotto se haya vestido, en muchas escenas, como el Vulcano de Veláquez es una confirmación ulterior de la influencia que sobre él tuvo este cuadro del Museo del Prado”.


PPP como Giotto













La fragua de Vulcano, de Velázquez