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martes, 4 de noviembre de 2014

Aguafuertes argentinas (y III): Gerardo Gandini en pipa y la música contemporánea





GERARDO GANDINI (1936-2013)
Reproducción de algunas partituras del músico, junto a su imagen en una foto de 1968 (arriba), en la exposición organizada por la Biblioteca Nacional (foto de abajo) con motivo del primer aniversario de su muerte.

Tiene 32 años el músico Gerardo Gandini en esa fotografía. Toca un contrabajo caoba sobre el que se ha pintado una suerte de esqueleto amarillo, sostiene una pipa curva en la comisura de sus labios, y mira hacia arriba, no sabemos a quién. Está interpretando Strobo I, del músico rosarino Alcides Lanza, en el VII Festival de Música Contemporánea del Instituto Di Tella de Buenos Aires, el 25 de octubre de 1968. Es una imagen de insólita expresividad, que sintetiza un cruce de caminos en la obra múltiple del compositor, una figura relevante de la música contemporánea en Argentina durante la segunda mitad del siglo XX. Intérprete (gran pianista), autor de obras de cámara, sonatas para piano y de varias óperas, director de orquestas sinfónicas y conjuntos de cámara, docente en numerosas instituciones dentro de su país y fuera de él, director musical del Teatro Colón, Gandini fue, además, impulsor proyectos culturales y creador del inédito género de los postangos.

Aquella foto del músico, ampliada a gran tamaño, permaneció en una de las paredes exteriores de la Biblioteca Nacional (BN) durante las semanas que duró la exposición sobre su obra y su legado musical, organizada al cumplirse un año de su muerte. En la muestra se pudo apreciar una parte del archivo del compositor,  que su familia donó a esa institución. El Fondo Gandini reúne valiosos materiales, partituras y documentos (alrededor de mil piezas), que fueron organizadas y clasificadas por el musicólogo Pablo Fessel. La muestra se inauguró con un concierto de homenaje a Gandini (Buenos Aires, 1936-2013) a cargo de la pianista  Haydée Schvartz, que interpretó una selección de las obras de éste, desde escenas de Eusebius hasta el tango Viernes santo y lluvioso. También acompañó desde el piano la proyección de un vídeo inédito del documentalista Andrés Di Tella, que muestra una audición privada de la ópera La ciudad ausente, en la que el compositor toca al piano y canta algunas de sus partes.


HAYDÉE SCHVARTZ
Intérprete de obras de Gandini

 para piano y conjunto de cámara.
“Todo concierto es, en cierta forma, un homenaje. Éste lo es expresamente, no con un espíritu conmemorativo sino con total inmediatez. Rememora a Gerardo Gandini tocando en la Biblioteca hasta apenas ayer. Con tristeza por su ausencia y gratitud por haber estado cerca suyo, por la música que nos dejó”, señalaron los organizadores, recordando que en esas mismas salas el músico programó numerosos ciclos y dio a conocer algunas de sus obras, además de protagonizar como intérprete muchos conciertos.

La BN (1) editó, con motivo de esta exposición, un catálogo con once reproducciones de algunos materiales de Fondo Gandini, sobre todo partituras con anotaciones del autor: Ciclo para piano (1959-66) Lamento de Tristán, ceremonia fúnebre para Erik Stie (1975); Vals de Luba para piano (1978); Oneiron para viola y piano (1978); Diario VII: I. Princeton memories, para dos voces y piano (1998), entre otras. También un intercambio de cartas con John Cage, fechado entre mayo y julio de 1966, en el que el músico norteamericano le pide a Gandini una de sus obras para integrar “una colección de manuscritos o fragmentos de manuscritos de la música del siglo XX”.  Finalmente, un artículo sobre el músico de jazz Thelonius Monk, publicado en la prensa argentina en 2002. En ese manuscrito, que vale la pena citar, Gandini escribe irónicamente el nombre del pianista norteamericano de cuatro maneras diferentes. Y dice de él: “Thelonius gira en círculos alrededor de la medianoche. Su brazo, de una sola pieza, detecta al enemigo, apunta y dispara. De punta. La punta de la espátula. A veces toma impulso alzándose y entonces dispara con todo el cuerpo (…) El piano de Telonius no es un piano. Suena a otra cosa. La música de Telonius suena a otra cosa. A otro jazz.”




PIANISTA Y DIRECTOR
Gandini desarrolló una amplia carrera como instrumentista y dirigió la mayor parte de sus obras.

La estela de Ginastera. Poco después de ese homenaje a Gandini, la BN editó un libro con la Correspondencia mantenida en los años sesenta por Alberto Ginastera, en su calidad de director del Centro Latinoamericano de Altos Estudios Musicales (CLAEM) del Instituto Di Tella, con algunos de los grandes compositores del siglo XX que pasaron por sus aulas: de Stockhausen a Cristóbal Halffter, de Luigi Nono a Lutoslawski, entre otros.  La edición crítica de este material, que revela cómo se fue gestando esa iniciativa musical pionera en el país, estuvo a cargo de M. Laura Novoa. Y está prologado por un escrito de Gandini, fechado en mayo de 2011, en el que constan sus incisivos apuntes sobre esa experiencia: “La idea de Ginastera para el CLAEM era traer becarios de toda Latinoamérica. Hizo llamar a un concurso en el que se elegía a doce, quizás por la vocación mesiánica de Ginastera, personas con  la más vigorosa formación musical, con el objetivo de actualizarlos en lo que era la creación musical contemporánea en ese momento. Los becarios residían por dos años en Buenos Aires, y a muchos de ellos les abrió la cabeza totalmente. A algunos para bien, a otros para mal, porque las consecuencias del Di Tella son muy ambiguas”.

(…) “El primer año estuvieron Olivier Messiaen, Aaron Copland y Riccardo Malipiero. Para el curriculum de un lugar que recién empezaba era extraordinario. Pude concurrir a la clase de todos, y aprendí muchas cosas”, indica el compositor. “El CLAEM fue en gran parte obra de Ginastera, y fue una obra trascendente porque en buena medida se atrevió a ir incluso más allá de sus inclinaciones y gustos personales. Me interesa destacar que fue un hombre muy generoso, que supo albergar las más creativas tendencias de ese tiempo, aunque él no las compartiera”.

El historiador de la música Sergio Pujol considera que la influencia que ambos creadores tuvieron en su medio fue sucesiva: “Si Ginastera dominó con seguridad el panorama de la música argentina entre los años 40 y 60, podría aseverarse que Gandini ejerció, desde entonces hasta fines del siglo XX, una influencia de similar peso. Ambos fueron docentes muy activos y persuasivos, que definieron los mapas de la composición argentina de sus respectivas épocas. Ya en un plano más anecdótico –o quizás no tanto— vale recordar que Piazzolla, ex alumno de Ginastera, contrató a Gandini para que tocara el piano en su sexteto de 1989.” Pujol  añade que este último experimento instrumental de Piazzolla buscaba, al convocar a Gandini, “un acercamiento del nuevo tango a la música contemporánea”.



PARTITURAS
Oneiron, obra de 1978 para viola y piano (arriba) y Laberinto para guitarra, de 1977.

Las óperas. A partir de los primeros años de la década del sesenta, el compositor estrena varias obras sinfónicas como Variaciones para orquesta, Cadencias, Laberyntus Johanes, Soria moria, Eusebius, y composiciones para orquesta de cámara como Música ficción III, Mozartvariationen o Estudios para descripción de la lunaGandini compone tres óperas de cámara: La pasión de Buster Keaton (1978), con libreto de Rafael Alberti, Espejismos II (La muerte y la doncella) (1987) y La casa sin sosiego (1992), con libreto de Griselda Gambaro.

En 1995 estrena en el Teatro Colón una de sus obras mayores: la ópera en dos actos La ciudad ausente, con libreto de Ricardo Piglia basado en su novela homónima. “La discusión sobre las relaciones entre la música y la palabra en la ópera, que se remonta a sus orígenes como género y la acompaña toda su historia, encuentra en La ciudad ausente una expresión excepcional que reemplaza cualquier sentido de subordinación o complemento por una idea de correspondencia”,  indica el musicólogo Fessel. Y agrega: “Difícilmente habría podido encontrar Gerardo Gandini un argumento más apropiado a la naturaleza de su poética que el de la novela de Ricardo Piglia. La historia de una máquina que cuenta historias tiene su réplica en una música que interpreta otras músicas, tanto propias como ajenas, y que se confunde con ellas tal como los distintos planos de la ficción en el libreto”.


LA CIUDAD AUSENTE (1995)
La ópera de Gandini, con libreto de Ricardo Piglia, en la versión ofrecida por la orquesta estable del Teatro Argentino de La Plata en septiembre de 2011. Editada por la Biblioteca Nacional en su serie "Raras Partituras", en la que figuran CD dedicados a obras de Juan Carlos Paz, Alberto Ginastera y otros compositores argentinos.

Cinco años más tarde, Gandini estrena –bajo su dirección y también en el Colón-- Liederkreis (una ópera sobre Schumann), un compositor al que ya había dedicado varias obras para piano y orquesta, y que desde 1984 se había convertido en una obsesión para el músico argentino, según sus propias declaraciones. El crítico y profesor de Estética Musical Federico Monjeau  describe así la estructura de esta obra: “Liederkreis, el ciclo de canciones de Schumann sobre Heine, proporciona a la ópera de Gandini, en principio, una idea de distribución, la idea de un círculo de piezas breves que rodean la figura de Schumann como una constelación, donde cada una de las piezas o escenas están a la misma distancia del centro (Liederkreis, literalmente círculo de canciones), ya que no hay progreso lineal o una historia propiamente dicha. (…) Es probablemente la obra más extrema de Gandini. No lo es por la naturaleza de los hechos musicales, aún menos por el contenido de los temas o la violencia de las imágenes, sino estrictamente por su concepción y su forma: la obra transcurre sin la menor concesión al mundo de la representación dramática operística”.

En el festival de cine Bafici de este año se proyectó el documental del cineasta Rafael Filippelli  Esas cuatro notas, un retrato de múltiples caras sobre los ensayos de Liederkreis, que Gandini dirigió junto con sus colaboradores Rubén Szuchmacher --que puso en escena el texto de la ópera, escrito por el dramaturgo Alejandro Tantanian— y el escenógrafo Jorge Ferrari. El film, realizado en el momento en que se ensayó la ópera (año 2000)  pero estrenado cuatro años más tarde, establece un diálogo sutil entre la imagen y la gestación de esta obra compleja, llevando los movimientos de la cámara al interior de los ensayos, más como partícipe que como testigo de la ópera. Es, no obstante, una entrada cautelosa al espacio convencional donde músicos, cantantes y actores giran en este círculo de canciones.

Gandini ha sido sucesivamente creador y primer director del Centro de Experimentación en Ópera y Ballet del Teatro Colón, a partir de 1991; director musical de ese Teatro (1998), director musical de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires (2001) y compositor residente del Colón (2003). En el año 2008 le fue otorgado el VIII Premio Iberoamericano Tomás Luis de Victoria, un reconocimiento a la importancia del músico en el área cultural en la que se gestó y se desarrolló toda su obra.

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                                              ALGUNAS OBRAS DE GANDINI

1. El día después de la lluvia. 7 minutos.


2. Piagne e sospira. Quinteto CEAMC. 6 minutos.

3. Viernes santo y lluvioso. Haydée Schwartz, piano. 4 minutos.

4. JSB Quodlibet. Tropi Ensemble. 9 minutos.

5. Siete Preludios. Susana Kasakoff, piano. 13 minutos.

6. Sonata I. Victoria Gianera, piano. 18 minutos.
  
                                                                    Ópera:

8. La ciudad ausente
Música: Gerardo Gandini. Libreto: Ricardo Piglia. Dirección musical: Erik Oña. Dirección escénica: Pablo Maritano. Orquesta Estable del Teatro Argentino de La Plata. 2011.
Microópera 3: "Lucía Joyce". Mezzosoprano: Eugenia Fuente.
Fragmento: 17 minutos.


                                                                  Postangos:

Gandini, piano.

9. El choclo. 4 minutos.

10. La Cumparsita. 4 minutos.
Del disco Locas tentaciones (2006). Gandini al piano. Cantante: Neli Saporiti.

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(1) Biblioteca Nacional:
El inventario del patrimonio musical  que posee esta institución --valiosos libros y miles de partituras que no eran de conocimiento público-- fue impulsado en 2005 mediante dos vías, según los organizadores: "Junto al ordenamiento, preservación y catalogación del acervo musical, la Biblioteca ha impulsado el desarrollo de conciertos diversos dentro del ciclo Raras Partituras, como forma de difusión de este patrimonio". Actualmente se pueden consultar "más de doscientas mil partituras de música argentina y latinoamericana de diversos géneros autores y estilos". En el campo de la música contemporánea, la BN ha editado algunos CD de especial significación, que se pueden ver en el siguiente enlace:

Raras Partituras:
http://trapalanda.bn.gov.ar/jspui/handle/123456789/7125

Otras publicaciones (revista La Biblioteca, reedición de ensayos políticos y culturales):
http://www.bn.gov.ar/publicaciones

Concierto de música contemporánea programado para noviembre de 2014:




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Citas (I): `Palimpsestos´, de Mauricio Kagel

LIBRERÍA

Las palabras de la música

El libro Palimpsestos reúne un interesantísimo y diverso conjunto de textos del compositor Mauricio Kagel (Buenos Aires, 1931- Colonia, Alemania, 2008), en cuya obra brilla la búsqueda de uno de los creadores más singulares de la segunda mitad del siglo XX. Pionero de la música concreta, figura destacada del postserialismo y de la electroacústica, y protagonista relevante del teatro musical, Kagel desarrolló toda su obra en Alemania, donde vivió más de medio siglo desde su partida de Buenos Aires en 1957. En Argentina inició su formación prácticamente autodidacta, tomó clases de piano con Vicente Scaramuzza, estudió con Alberto Ginastera y se vinculó, siendo muy joven, con la agrupación Nueva Música fundada por Juan Carlos Paz. Estudió filosofía y literatura en la Universidad de Buenos Aires y mostró un vivo interés por el cine y la fotografía. Todas estas inquietudes estuvieron muy presentes en el desarrollo de su obra, aunque sin duda la música fue el eje que las articuló, en un momento y en un ambiente propicios como el del país al que había emigrado: "A Alemania vine sobre todo por la música alemana. Si uno creció con Bach, Haydn, Mozart, Schubert, Schumann y Brahms, tiene una relación íntima indiscutible con esa cultura musical. Y no hace falta distinguir entre Alemania y Austria." (1)

Kagel ha desarrollado también una ampla actividad docente, iniciada en 1964 en los célebres cursos de música contemporánea dictados en Darmstadt y acompañó su labor creadora en el terreno de la música, el cine, la radio y el teatro con la producción de gran cantidad de textos, algunos de los cuales integran el libro Palimpsestos (2). En realidad, esos apoyos textuales no eran simples acompañamientos sino que alimentaban la savia de las obras. Kagel consideraba que las palabras y las artes, sobre todo en momentos de ruptura, mantenían una íntima relación: “La música y el arte no se bastan a sí mismos cuando llegan a trastocar el sistema de coordenadas fundado en el conocimiento y la experiencia del receptor, algo que no es inusual cada vez que éste se enfrenta a lo nuevo. En este caso surge la necesidad de valerse también de las palabras. El error del pasado fue creer que la música, en tanto arte autónoma, no tenía necesidad de un comentario a modo de ejemplo; una ilusión que no se correspondía con los hechos. Ambos, arte y música, no pueden prescindir de las palabras”. 

Esta proclama del compositor, tomada del texto De la idea de sí mismo y las tareas del artista, encabeza la presentación del libro Palimpsestos realizada por Carla Imbrogno, a quien pertenece la selección y traducción de algunos de los escritos que integran el volumen, ya que Kagel escribía en alemán y sólo revisó los textos traducidos por otros a su lengua materna. La editora del libro agrupó materiales que estaban muy dispersos y estructuró el volumen en tres secciones: comentarios de la obra, una serie de escritos en los que el propio Kagel se refiere a la génesis y propósitos de algunas de sus composiciones; conferencias y ensayos, en los que el compositor expresa su visión de algunos temas que le interesaban, desde el teatro instrumental hasta las figuras de Bach o John Cage; y una tercera parte integrada por conversaciones, cuatro extensos diálogos con otros tantos especialistas y musicólogos.

En el prólogo a esta antología, el crítico argentino Pablo Gianera subraya el hecho de que es la primera vez que aparece en español un libro suyo, siendo en alemán (o francés) que fueron casi siempre editados durante décadas. Gianera concluye que en este caso las palabras cumplen el mismo destino que su música, estrenada antes en los centros musicales europeos que en la periferia sudamericana: "Es tan indudable como a esta altura evidente que también esa música está constituida, en una complejísma trama de causas y efectos, sobre la base del roce --o en ocasiones la fricción-- entre esos extremos, el centro y la periferia". 

Compositor lúcido y molesto. Hace ya casi treinta años (en 1987) se publicó en castellano un análisis exhaustivo de la obra desarrollada hasta entonces por Kagel, que incluía numerosas citas del compositor. El autor del libro Mauricio Kagel (3), el compositor y musicólogo valenciano Llorenç Barber, introducía el texto de esta manera: "Y sin duda eso es Kagel: el compositor más lúcido y molesto que ha dado Europa tras el sarampión serialista. Heredero de futuristas y dadaístas, primo hermano de Lautreamont, Artaud y Borges, alter ego antagónico de John Cage, visitador de cafés-cantantes, cines, sermones y circos, tribuno persuasor e implacable, etc, Kagel es un incansable y solitario luchador contra la rigidez, siempre excesiva, de la sociedad (musical)". 

En este libro de divulgación editado en España, Barber recorría la vida y las creaciones de Kagel, tanto las pertenecientes al teatro instrumental como al cine, analizaba agudamente la distancia y el humor  en su obra, las relaciones de la misma con la tradición y la política, y concluía con una precisa selección bibliográfica. El estudio fue publicado por el Círculo de Bellas Artes de Madrid y formó parte de una colección --Música de Nuestro Siglo-- integrada por ensayos de distintos críticos españoles sobre John Cage, Pierre Boulez, Alban Berg, Edgar Varese, Heitor Villa- Lobos y Charles Ives.


MAURICIO KAGEL (1931-2008)
En acción, dirigiendo una de sus propias obras.


"PALIMPSESTOS" 
Primera edición en español de sus escritos
EL COMPOSITOR
Kagel produjo numerosos textos sobre música.




















El título del libro, Palimpsestos, manuscritos antiguos que conservan huellas de una escritura anterior borrada, es también el de la primera composición de Kagel, una obra para coro mixto a cappella (de 1950). Está basada en textos de Poeta en Nueva York, el libro que Federico García Lorca escribió entre 1929 y 1930, cuando estudiaba en la Universidad de Columbia. "Lorca amaba la música --señaló Kagel--; lo que hice fue poner en música poemas breves y fragmentos que en el original estaban escritos en forma de diálogo y sin rima. Podría llamarlos versos de una conversación rítmica. Era algo nuevo para mí y pedía a gritos música." 

En Buenos Aires, una `repatriación´. Dos años antes de la muerte en Alemania del compositor, se realizó en Buenos Aires un festival íntegramente dedicado a su música, organizado en julio de 2006 (para su 75º cumpleaños) por el Centro de Experimentación del Teatro Colón, con la dirección de Marcelo Delgado. En ese festival, el nombre de Kagel adquirió una difusión algo mayor fuera del círculo de los aficionados. "Por supuesto, era muy conocido entre los compositores contemporáneos de Argentina; imposible ignorar su peso internacional. Que las agrupaciones Compañía Oblicua y Ensemble Süden hayan interpretado con precisión las obras que Kagel presentó en aquellas veladas del Colón indica que hay en nuestro país intérpretes expertos en música contemporánea", indica el historiador y ensayista Sergio Pujol. "Sin embargo", agrega, "esta suerte de repatriación de uno de los artistas sonoros más originales de las segunda mitad del siglo XX quizá deba ser entendida en el contexto de la crisis de la música contemporánea", a cuyos experimentos "la obra multiforme" de Kagel pareció anticiparse. 

Sobre esas características, el crítico musical Federico Monjeau realiza este agudo análisis: "La música de Kagel mantiene una relación polémica con el concepto tradicional de originalidad. La originalidad de esa música no consiste exactamente en la novedad de sus materiales o en una supuesta creación desde la nada; consiste más bien en la elaboración de una perspectiva específica, de una mirada que atraviesa los materiales de la tradición musical en forma oblicua, extrañamente afectuosa y extrañamente ácida, partiendo seguramente de la suposición de que esos materiales son grandes cristalizaciones de la experiencia humana".(4) 

DVD del film de Solnicki, editado en 2011.
El último viaje a Argentina de este músico alto, de ojos asombrados, descendiente de judíos rusos y alemanes, fue reflejada en el documental Süden (5), de Gastón Solnicki (Buenos Aires, 1978). La cámara sigue al protagonista en algunos ensayos de sus obras y también en la ciudad a la que regresa después de cuatro décadas. El film va punteando con frescura y en suaves pinceladas la preparación de los músicos y su complicidad con el maestro, las actitudes de los oyentes y las frases del compositor ("este es un momento muy emocionante para mí", "la música del siglo XX trae muchas preguntas", "hay que ayudar al público y llevarlo a reflexionar sobre la música"). El valor documental de Süden es asimismo notable, ya que este viaje de Kagel a la ciudad en la que nació (musicalmente, un retorno) fue el último antes de morir dos más tarde. El nombre de la película (Sur, en alemán) está tomado de una de las ocho partes de la obra La rosa de los vientosque, como la mayor parte de la producción de Kagel, explora en varias direcciones. En este caso, el compositor aclaró las resonancias de su Sur: "Desde los primeros esbozos de este ciclo de composiciones me propuse variar con frecuencia la perspectiva geográfica de mis reflexiones musicales. Posiblemente, esta elección también esté relacionada con mi nacimiento en el hemisferio sur: si uno ha pasado allí la primera y fundamental etapa de su vida, determinadas vivencias, nostalgias y esquemas quedan ligados a los distintos puntos cardinales. Ellos son generalmente opuestos al correspondiente mundo afectivo de los europeos en el hemisferio norte. Aún hoy, para mí, el Sur tiene poco que ver con la idea de calor; está más bien ligado al frío: Patagonia, Tierra del Fuego, la Antártida." 

Finalmente, al resumir su trayectoria como compositor, Kagel ha destacado como fundamental el valor de la continuidad, la ausencia de cambios repentinos en la dirección de su trabajo: "Naturalmente hay obras más importantes y otras menos, pero no me toca a mí hablar de la calidad de las obras. Lo único que puedo decir es que toda mi vida, cuando terminaba una obra, estaba seguro de haber infundido todas mis energías, mi alma y mi amor por la música. Al final, siempre pude decir: esto lo quería así y debía ser así
Después, el tiempo dirá...."

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                                                      LAS OBRAS

Selección de creaciones de Kagel, precedidas de algunos comentarios suyos, reproducidos en Palimpsestos, y otras notas.



1. `Ludwig van´ (1969). Película con guión, dirección y arreglos de Kagel sobre música de Beethoven.


"Ludwig van es una declaración de amor a Beethoven, sostenía el compositor. Sin embargo, por su tono satírico la película fue leída como anti-Beethoven e incomprendida por las instancias ortodoxas de la vida musical. El film habla de la vida del músico pero sobre todo habla de la vida de Beethoven después de su muerte; la película critica febrilmente la recepción y el culto trivial al genio y las formas entumecidas a las que se apela para transmitir la tradición", indica el musicólogo Werner Klüppelholz. 

Ludwig van empieza cuando Beethoven llega --en los años sesenta del siglo XX-- desde Viena a Bonn, donde había nacido, observa el culto que se le rinde en esa ciudad y visita su casa natal. La música es un collage con nuevas instrumentaciones y arreglos, que modifican el contexto aunque manteniendo las notas escritas por el genial compositor. Para los escenarios, Kagel convocó a diversos artistas del movimiento Fluxus y les encargó el diseño de la casa imaginaria de Beethoven (como Robert Filliou, que imaginó el desván, o Dieter Roth, responsable del cuarto de baño), reservándose para sí la sala de música. La cocina estuvo a cargo de Joseph Beuys y se cuenta entre las obras del artista como `instalación temporaria´ (porque duró lo que duró el rodaje). 


A continuación se reproducen el enlace de un fragmento de la obra, y otro de la versión completa de este primer e irreverente film de Kagel.



Fragmento (7 minutos):


Película completa con subtítulos en castellano: 90 minutos:
https://www.youtube.com/watch?v=F87A1_xcYcw

2. Acústica (1968/70). Para fuentes de sonido experimentales y altavoces.


"Una de las ideas fundamentales de esta composición es la invención concreta de fuentes de sonido: instrumentos novedosos como el complemento natural de fuentes de sonido convencionales, junto con un equipamiento acústico experimental, cuyo manejo presupone facultades musicales específicas", dice el autor. Algunos instrumentos: teclado de castañuelas, violín de clavos, violín de varillas, matraca de cinco martilletes, tronco silbante, megáfonos, entre otros. Esta pieza es una de las obras más radicales del teatro instrumental. El músico la consideraba "una de mis obras más vastas".


Fragmento: 10 minutos.
https://www.youtube.com/watch?v=wFg9WPeo0Hk


3. Dos hombres orquesta (1971/1973).


"La idea de un hombre orquesta me ocupó desde temprano: la figura de un solista-acróbata, que, sin tener en cuenta los puntos cardinales, maneja una cantidad inconcebible de instrumentos, siempre me pareció tan fascinante como reveladora. Los límites de lo ejecutable con los que tropieza un músico en tales condiciones no hicieron más que alentar mi curiosidad y deseo permanente de transgredir normas y ponerlas en ridículo. Así fue como a lo largo de los años fui acumulando materiales de toda clase para la pieza que, yo sabía, alguna vez compondría", recuerda Kagel.

Fragmento: 2 minutos.




4. Varieté (1976-77).

"En la partitura de Varieté, Kagel sugiere la participación de diferentes rubros del entretenimiento: ilusionistas acróbatas, magos, traga-sables, atletas, contorsionistas, expertos en saltos mortales, domadores, bailarinas exóticas, equilibristas, strippers, faquires, mimos, ventrílocuos, telepatistas, trapecistas, hipnotizadores..." detalla el músico y periodista Abel Gibert. Y recuerda la indicación del compositor: "La audiencia puede ser llevada de acá para allá entre la sincronía y la asincronía: la tensión entre lo visual y lo aural."



Teatro Colón, temporada 2001. Puesta en escena: Diana Theocharidis. Dirección musical: Gerardo Gandini. Fragmento:  8 minutos.





5. Tango alemán (1977-78). 

En la introducción de la obra dice el autor sobre el cantante: "Debe recitar exclusivamente en una lengua de fantasía incomprensible y, al mismo tiempo, imitar el estilo característico del canto en el tango argentino. A través del rodeo aparente de la parodia, el oyente tal vez pueda percibir de la manera más espontánea esa solemnidad amargamente dulce del tango. Es condición necesaria de la interpretación una combinación de pasión extraordinaria y sentimentalismo conmovedor. Tango alemán: en Europa que suene argentino; en Argentina, protogermánico".


Grabación del estreno en la ciudad alemana de Colonia, en 1978, con Mauricio Kagel (voz), Jorge Risi (violín), Alejandro Barletta (bandoneón) y Carlos Roqué Alsina (piano):  9 minutos.
6. Sankt-Bach Passion. (1981/1985). Oratorio para solistas, coro y gran orquesta.


"La obra de Bach ha infundido un enorme respeto en la mayoría de los compositores, desde el siglo XVIII hasta hoy en día. Podríamos, tal vez, trazar un paralelismo entre la importancia de Moisés para los judíos y los no judíos, el valor de Bach como padre simbólico de los compositores y la quintaesencia de la música para los oyentes (...) La diferencia decisiva reside en el hecho de que las revelaciones metafísicas de Bach no están escritas en palabras --aún cuando su selección de textos es más que una colección de muestras sin valor-- sino exclusivamente en notas con el significado de las palabras. Acaso sea éste el motivo por el cual la multiplicidad de enseñanzas que puede ofrecernos su música se mantiene viva e intacta."

"Hace alrededor de cinco años", agrega Kagel, "empecé a escribir una Pasión según san Bach; en el primer borrador anoté un motto inventado: `Puede ser que no todos los músicos crean en Dios, pero todos creen en Bach´. Esta idea me alentó a componer una pasión, una suerte de santificación de la única figura que une sin objeciones a mi gremio (...) Como si fuese un evangelista, el tenor cuenta algunos episodios de la vita del maestro; una mezzosoprano y un barítono comentan estas estaciones y un recitante, que representa la figura de Bach, dice textos originales. El coro y una gran orquesta completan la obra".

Anne Sofie Otter, mezzosoprano; Hans-Peter Blochwitz, tenor: Roland Hermann, barítono; Peter Roggisch, recitante; Gerd Zacher, órgano. Coro y Orquesta de la Radio de Stuttgart. Dirección: Mauricio Kagel.  Año 2002.

Fragmento: 9 minutos.
7. Cuartetos de cuerda: I y II (1965/67); III (1986/87).

Según el músico Llorenç Barber, "el cuarteto de cuerdas, paradigma aceptado por la tradición de músicas incontaminadas y tenidas por absolutas o puras, es objeto aquí del bisturí limpiador de Kagel (...) El sonido instrumental del cuarteto sufre todo tipo de desnaturalización posible. Igual que el piano preparado de Cage, aquí el sonido normal es saboteado con la ayuda de muelles, papel de celofán, grapas, trozos de madera, agujas de tricotar, cerillas monedas, etc (...) Los bárbaros sonidos resultantes adquieren una dimensión crítica al demandar Kagel a los intérpretes que adopten una actitud exageradamente contrastante: gestos amplios y solemnes al tocar sonidos casi inaudibles, caras inexpresivas y gélidas al sonar bellos armónicos."

Intérpretes: Cuarteto Arditti, grupo de referencia para un amplísimo conjunto de obras de música contemporánea. Esta versión fue grabada en 1989.   Duración: Cuarteto I: 10 minutos. Pan: 5 minutos. Cuarteto II: 10 minutos. Cuarteto III: 38 minutos.

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                                                                           EN ESTA TEMPORADA                               

CUARTETO DE CUERDAS UNTREF
Al finalizar la interpretación de obras de Kagel el 25 de abril de 2014.

Los cuartetos de Kagel fueron programados este año en el interesante Festival Integrales, ciclo organizado por el Centro de Experimentación del Teatro Colón. Fueron interpretados por el Cuarteto de Cuerdas UNTREF, grupo creado en 2011 por la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Lo integran David Núñez y Carlos Brítez (violines), Mariano Malamud (viola) y Martín Devoto (violonchelo). 

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1. Página web de Mauricio Kagel (1931-2008): obras musicales, libros, films, radio:

2. Palimpsestos. Escritos de Mauricio Kagel. Selección y cuidado de la edición, Carla Imbrogno. Traducción: Carla Imbrogno, Florencia Martín y Pablo Gianera. Editorial Caja Negra, Buenos Aires, 2011.

3. Mauricio Kagel, de Llorenç Barber. Círculos de Bellas Aires. Madrid, 1987.

4. Artículo Más allá de la paradoja, de Federico Monjeau, reproducido en la antología de textos titulada Música argentina (La mirada de los críticos). Libros del Rojas, Buenos Aires, 2005.

5. Süden, film documental de Gastón Solnicki. Con Klara Csordas, mezzosoprano; Roland Hermann, barítono. Ensemble Süden. Compañía Oblicua. Divertimento Ensemble. Orquesta Filarmónica de Buenos Aires: Marcelo Delgado, Arturo Diemecke, Sandro Gorli y Mauricio Kagel, directores. Colonia-Buenos Aires, estrenada en 2009. DVD de 67 minutos de duración.

Avance del film: 2 minutos:






Citas (II): Cielos americanos

Entre Ríos

Delta del Paraná

Entre Ríos

Patagonia


Potros en la pampa, óleo de Pedro Figari


Parque Nacional Torres del Paine


Ushuaia

`V.O.´: Victoria Ocampo, personaje musical

En la personalidad de la escritora Victoria Ocampo, que su Autobiografía y sus Testimonios se encargan de revelar, aparece la relación con la música y los músicos  como algo que desbordaba la educación convencional que, en esa y otras materias, había recibido como joven de la alta sociedad  al despuntar el siglo XX. “Lo único que me gusta con pasión es la música”, decía, siendo muy joven, la fundadora y directora de la emblemática revista Sur.

En uno de sus frecuentes viajes a París, hace ahora un siglo, una Victoria Ocampo de 23 años presenció, en el Teatro de los Campos Elíseos, el estreno de La consagración de la primavera, ballet en dos partes con música del compositor ruso Igor Stravinski, en medio del muy conocido escándalo que desató entre el público ese espectáculo de los Ballets Rusos de Serguei Diaguilev, con coreografía de Vaslav Nijinsky. “Asistí, en primera fila de platea, al tumulto del Sacré du Printemps.  Al final de la cuarta representación, creo que fui a todas, vi a Stravinski pálido, saludando a ese público que aplaudía l´Oiseau de feu y silbaba despiadadamente el Sacré”. Según su relato, la conmoción fue inmediata y la llevó a comprar la partitura y alquilar un piano para tocar la obra en su residencia parisiense: “No sabía bien qué me atraía en ese galimatías de notas  y en ese ritmo brutal de cataclismo”, escribió, aunque esa música “me hablaba de un genio”.  Stravinski tenía entonces 31 años. (1).

Para el centenario de aquel acontecimiento inaugural del 29 de mayo de 1913,  el Centro de Experimentación del Teatro Colón encargó una obra a la ensayista y crítica literaria Beatriz Sarlo y al músico Martín Bauer. El resultado, V.O., que tiene como centro la figura de Victoria Ocampo, fue estrenado el año pasado y repuesto, en el mismo teatro, en mayo de este año. Sarlo ya había formulado en sus libros varias aproximaciones críticas a la obra y la personalidad de la fundadora de Sur, y su libreto –preciso y sugerente—  alude a dos momentos significativos de la biografía de la escritora: su formación juvenil en Buenos Aires y su posterior relación en París con Stravinski y con el escritor francés Pierre Drieu La Rochelle, amigo y amante. (2).


El programa de la obra, con la
clásica flecha hacia abajo de las
portadas de la revista Sur.
V. O. es una condensación escénica  --como sólo la música y la palabra pueden propiciar-- de un personaje apasionado y contradictorio. El libreto va iluminando escenas de la intimidad de la escritora, su educación sentimental, las prohibiciones familiares que la música y la puesta subrayan (un “no, no, no” rítmico de la institutriz) hasta llegar a una cierta idea de destino (“Victoria, me llamo Victoria, por algo será”). Este dibujo escénico mantiene, desde el título velado (V.O.), a la vez distancia y empatía por la peripecia vital inspiradora del espectáculo: la tensión de una subjetividad que busca saltar --sin eliminarla-- la confortable valla de su origen social y su educación. La música de Martín Bauer sirve en todo momento a ese enfoque, y aporta equilibrio y dinamismo a la puesta en escena, incorporando a la partitura citas de obras de Stravinski y Debussy. 

V.O: un personaje musical. La actriz Analía Couceyro, que encarna a Victoria Ocampo, administra con sensibilidad un estilo lacónico extrañamente expresivo. Una bailarina (Florencia Cecino), con sus bellas contorsiones, y una cantante (Selene Lara), añaden la vibración del cuerpo y la calidez de la voz a un breve pero intenso desdoblamiento escénico de la protagonista. Son dos momentos abstractos, en consecuencia musicales, que hablan de V. O. sin palabras. Plenamente alusivas, también, las interpretaciones al piano de Margarita Fernández --en el papel de la mucama-- de uno de los Preludios de Debussy y del comienzo de La consagración.


V. O. Y SU INSTITUTRIZ
Analía Couceyro y María Inés Aldaburu.

LA MÚSICA Y EL CUERPO
La pianista Margarita Fernández junto a la bailarina Florencia Vecino.
                     
Couceyro, Aldaburu y Javier Lorenzo, al final de una de las representaciones de V.O.

V.O. ensaya una variante de teatro musical, con un lenguaje muy austero y armoniza sus componentes en  un espacio escenográfico límpido, en el que vestuario e iluminación  anotan con eficacia rasgos definidos del ambiente en que se mueven los personajes. Los antecedentes históricos, musicales, literarios, políticos que constituyen un tapiz de lo no dicho y tal vez sobreentendido en la obra— pueden considerarse el sostén subyacente del espectáculo. Un paisaje de fondo sobre el que se recortan figuras tan conocidas y singulares como las de Ocampo y Stravinski.

Tiene interés repasar algunos de esos elementos, que se han ido macerando en el espesor de un siglo.

Ocampo, según Sarlo. En un artículo de 1999, titulado ¿Qué hacer con los límites?, Beatriz Sarlo recuerda que Victoria Ocampo, nacida en 1890, quiso ser actriz, cantante, escritora, y a todo le dijeron que no. Las institutrices le enseñaron antes el francés que el castellano y la familia “le mostró los límites de su sexo tal como los entendía su clase”. Primero, los viajes a París con su familia y “el séquito de mucamas”. Después, el matrimonio: “Para sentirse libre entró en la prisión de un casamiento con un hombre que no quería”. Pero que le presentó a su primo, “su primer amante y probablemente el gran amor de su vida”.

En 1931 fundó Sur, “la revista cultural más discutida y probablemente más importante de su época”, y la editorial del mismo nombre en la que Victoria Ocampo publicó obras de destacados autores europeos y americanos en excelentes traducciones. “Hoy, cuando Sur no existe, vemos que fue un manojo de contradicciones, como su directora”. “Fue amiga fugazmente de Mussolini y luego una antifascista militante. También fue violentamente antiperonista y recordó siempre que estuvo presa durante el Gobierno de Perón. Considerada en la perspectiva de casi un siglo, hoy se diría que fue una liberal, que desconfiaba de las sociedades de masas y se sentía lejos del igualitarismo democrático. También se diría que su estilo de vida fue el de una feminista bastante radical”.  La ensayista recuerda que V.O escuchaba las composiciones de Debussy, Ravel y Stravisnki y manifestaba su interés por la música contemporánea: “Lo ponía de manifiesto con pedantería, esnobismo y un conocimiento que los músicos respetaban”. (3)


INAUGURACIÓN DE LA REVISTA "SUR"
Colaboradores de la publicación, en la casa de Victoria Ocampo.
 


En otro artículo, La seducción de los `Testimonios’, publicado en el año 2000 a propósito de una nueva edición en dos tomos de esos libros, Sarlo señala: “Tuvieron que pasar muchos años para que la escritura caprichosa, a veces errática y desmañada de Victoria Ocampo dejara de irritar tanto como irritaban su temperamento imperioso y sus entusiasmos”. Tenerla cerca “debió ser una experiencia incómoda”, pero en los Testimonios,  que se fueron publicando entre los años 30 y 70 del pasado siglo, la ensayista advierte de qué modo “ella se sintió cómoda en su época, con qué naturalidad encajaba perfectamente en el mundo cultural que ella misma había armado”.

V.O. tiene, entonces, “la tranquila insolencia de la heredera patricia. Curiosamente, nunca sospecha que pueda leérsela a contrapelo”. Su destino “estaba jugado por razones de clase y sólo una furiosa voluntad de diferenciación pudo alterarlo”. Su cosmopolitismo “tiene siempre algo de provinciano, justamente por el énfasis. Aunque se mueve con naturalidad completa en Europa, no deja de ser una viajera que está pensando qué puede llevarse a su casa, cosas y personas”.  Finalmente: "La oligarquía, que sometía a sus mujeres a un régimen de trivialidades distinguidas, no tiene el gusto de esta descarriada, que nunca renegó de su origen pero creó una red intelectual que le permitió desviarlo”. (4).

Estas anotaciones explican bien el enfoque que los autores del libreto y la música le han dado a la obra V.O. ofrecida en el Teatro Colón. Por supuesto, la figura intelectual de Victoria Ocampo y la actividad de revista Sur han tenido lecturas muy diversas en numerosos ensayos de análisis político-cultural; algunas similares a ésta y otras bastante distintas, más complacientes o más críticas. Pero la aquí resumida guarda una íntima relación con el espectáculo y por eso resulta apropiado consignarla.

Stravinski, por él mismo.  El encuentro del joven Stravinski con el empresario y director artístico Diaguilev hizo que el músico se orientara, en el comienzo de su actividad, hacia las obras para ballet. Stravinski, nacido en Oranienbaum, cerca de San Petersburgo, en 1882, había estudiado composición  con Rimski-Korsakov, y tres de los diez ballets que compuso estuvieron dedicados a espectáculos de los Ballets Rusos, la compañía de Diaguilev: El pájaro de fuego (1910),  Petrushka (1911)  y La consagración de la primavera (1913). Una música que marcaba con sus disonancias y complejidades rítmicas cambios radicales con relación a lo anterior y auguraba uno de los perfiles musicales  del siglo XX.

Sin embargo, esta idea de revolución no satisfacía al propio compositor. En 1939, cuando estalla la Segunda Guerra Mundial, Stravinski se radica en Estados Unidos, donde ocupa la cátedra de Poética en la Universidad de Harvard. Allí dará seis conferencias sobre la materia, que luego integraron su iluminador libro Poética musical. (5) 

En el primero de esos textos, el autor aclara que está “obligado a polemizar”. Y escribe: “Una casualidad que me complazco en considerar feliz ha hecho que mi persona y mi obra hayan sido marcadas, a pesar mío, con un signo distintivo desde el principio de mi carrera y hayan representado el papel de un reactivo. (…) No olvidemos que Petrushka,  La consagración de la primavera y El ruiseñor aparecieron en una época que estuvo marcada por cambios profundos que desplazaron muchas cosas y perturbaron muchos espíritus”. 

“Sé perfectamente que existe una opinión según la cual los tiempos en que apareció La consagración vieron cómo se realizaba una revolución. Revolución cuyas conquistas estarían hoy en vías de ser asimiladas. Me declaro en contra de esta opinión. Estimo que se me ha considerado erróneamente como un revolucionario. Cuando La consagración apareció fueron muchas las opiniones a que dio lugar. Entre el tumulto de opiniones contradictorias, mi amigo Maurice Ravel intervino casi solo para poner las cosas en su lugar. Él supo ver y dijo que la novedad de La consagración  no residía en la escritura, en la instrumentación, en el aparato técnico de la obra, sino en la entidad musical.”

Stravinski y Victoria Ocampo,
 en Buenos Aires.

Esta era la versión de Stravinski --casi tres décadas después del estreno-- de esa obra que Victoria Ocampo oyó en 1913.  La consagración se gestó cuando se incubaba la tragedia de la Gran Guerra de 1914 y se preparaba en Rusia el estallido de la Revolución de Octubre de 1917. Stravinski vivía en la neutral Suiza y no volvió a la entonces Unión Soviética hasta 1962, en un viaje realizado cuando cumplió ochenta años de edad. Sus antepasados eran terratenientes aristócratas vinculados al poder, y su padre un conocido barítono del teatro Mariinsky.  En los primeros tiempos revolucionarios, la propiedades del músico fueron incautadas. En las largas décadas posteriores, Stravinski  se nacionalizó francés y, al trasladarse de Europa a América, obtuvo la ciudadanía estadounidense.

Finalmente, en el mismo texto de Poética musical, el compositor agrega: “El tono de una obra como La consagración pudo parecer arrogante; su lenguaje, rudo en su novedad; pero esto no implica en modo alguno que sea revolucionaria en el sentido subversivo del vocablo”. Y abunda: “Me declaro, pues, completamente insensible al prestigio de la revolución”. Algunos historiadores indican que la violenta reacción de parte del público en el estreno de esa obra en París fue más por la coreografía que por la música o al menos por ambos factores a la vez, dado el éxito que sólo un año más tarde tuvo la versión en concierto, que llevó a Stravinski al primer plano de la actualidad musical, compartida  –aunque sus planteamientos fueran diferentes— con el compositor austríaco Arnold Schönberg.

En el libro (editado en 1942), Stravinski alude así a este compositor: “Hoy como entonces desconfío de la moneda falsa y me cuido muy bien de tomarla por moneda contante y sonante. Cacofonía quiere decir mala sonoridad, mercadería ilegal, música incordinada, que no resiste una crítica seria. Cualquiera que sea la opinión que se tenga sobre la música de Arnold Schönberg –para citar a un compositor que evoluciona sobre un plan esencialmente distinto del mío, tanto por la estética como por la técnica--, cuyas obras han provocado a menudo violentas reacciones o sonrisas irónicas, es imposible que un espíritu honrado y provisto de una verdadera cultura musical deje de notar que el autor de Pierrot lunaire es cabalmente conciente de lo que hace y que no engaña a nadie. Ha creado el sistema musical que le convenía, y en ese sistema es perfectamente lógico consigo mismo y perfectamente coherente. No se puede llamar cacofonía una música por el mero hecho de que no agrade”.

Por esos mismos años y también en Estados Unidos, en el Instituto de Investigación Social de Nueva York, el filósofo alemán Teodor W. Adorno daba a conocer a un reducido círculo su estudio sobre Schönberg. Más tarde, escribiría otro sobre Stravinski. Ambos integran Filosofía de la nueva música, el libro publicado en 1949, tras volver a Alemania, en el que Adorno formula su polémica contraposición entre la música del primero (como signo del “progreso”) a la del segundo (como forma de “la restauración”). (6)

La amistad entre Stravinski y Victoria Ocampo continuó. En 1934, la escritora actuó como recitante al estrenarse en el Teatro Colón la ópera-oratorio-ballet Perséfone, en la que el músico volvió a inspirarse en la mitología griega poniendo música a un libreto de André Gide. Stravinski, exitoso pianista y director de orquesta, siguió desarrollando su amplísima e influyente obra musical ballets, óperas, obras orquestales y corales, composiciones para grupo de cámara y para piano que habitualmente se suele dividir en tres etapas: la inicial, inspirada en temas rusos, la neoclásica y la final, el periodo serialista. La indudable trascendencia de su música en el siglo XX estuvo acompañada, en su madurez , por una gran popularidad: se ha dicho que como "el Picasso de la música" fue el compositor moderno que todo el mundo conocía o del que había oído hablar. Stravinski murió a los 88 años en Nueva York y está enterrado en Venecia, en el cementerio de la isla de San Michele.


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V.O.
Música: Martín Bauer. Libreto: Beatriz Sarlo.
Intérpretes: Victoria: Analía Couceyro.  Marguérite / institutriz: María Inés Aldaburu. Igor/ Drieu: Javier Lorenzo. Mucama: Margarita Fernández. Cantante: Selene Lara. Bailarina: Florencia Vecino.
Escenografía e iluminación: Matías Sendón. Vestuario: Luciana Gutman. Video: Minou Maguna.
Dirección musical: Pablo Druker. Dirección: Martín Bauer y Beatriz Sarlo.
Centro de Experimentación del Teatro Colón. Mayo de 2014.
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1. La consagración de la primavera (Imágenes de la Rusia pagana).
Música: Igor Stravinski.
Orquesta y ballet del Teatro Mariinsky de San Petersburgo. Dirección artística y musical: Valery Gergiev. Coreografía: Según la versión original de Vaslav Nijinsky, de 1913, reconstruida y puesta en escena por Millicent Hodson. Año 2012.
Primera parte: Adoración de la tierra. Siete vídeos: duración total, 16 minutos.
Segunda parte: El sacrificio. Seis vídeos: duración total, 17 minutos.

http://www.youtube.com/watch?v=ktAt43DDHpU&index=1&list=PLCWonDYx6RGzS0Rws3CU5Y21yLl69DePs

2. Pierre Drieu La Rochelle combatió en la guerra del 14 y en los años treinta se adhirió al fascismo. Se suicidó al finalizar la Segunda Guerra Mundial, en 1945.

3. El crítico Pablo Gianera  ha analizado el tratamiento dado a la música del siglo XX en la revista fundada por Victoria Ocampo, en una sustanciosa investigación: La música en el grupo Sur (una modernidad inconclusa). Eterna Cadencia Editora, Buenos Aires, 2011.

4. Los artículos citados figuran en Escritos sobre literatura argentina, de Beatriz Sarlo. Páginas 138-146. Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 2007. La autora ya había abordado la figura de Victoria Ocampo en un libro anterior, La máquina cultural (1998).

5. Poética musical, de Igor Stravinski. Prólogo de Iorgos Seferis. Editorial Acantilado, Barcelona, 2006. La primera edición de este libro fue publicada en EE UU en 1942.

6. Filosofía de la nueva música, de Th. W. Adorno. Akal Ediciones, Madrid, 2003.

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                                                                               "ULTRAMARINA"
                                                    Pieza de teatro musical dirigida por Marcelo Lombardero




El libreto de esta obra de teatro musical, del escritor y cineasta Edgardo Cozarinski, sirve de soporte para contar la historia de una red mundial de prostitución y trata de personas –mujeres de Europa oriental-- que funcionó en Buenos Aires entre 1906 y 1930: Zwi Migdal, o también Varsovia, integrada por proxenetas judíos. El autor toma unos pocos episodios y personajes de su novela El rufián moldavo, encarnados aquí por seis cantantes y tres actores. La música del bandoneonista y compositor Pablo Mainetti combina acentos centroeuropeos, de tango, y de obras contemporáneas, ejecutados por un conjunto de once instrumentistas dirigidos por Andrés Juncos. La dirección general y la dramaturgia estuvo a cargo de Marcelo Lombardero, ex director artístico del Colón y creador en 2013 del Teatro Musical Contemporáneo. Ultramarinos: un muy estimable cruce de ambientes, personajes y estilos musicales. Y un nudo argumental, la trata de personas, que, con otros rostros, llega hasta hoy. Las funciones se realizaron entre abril y mayo de este año en la sala Hasta Trilce de Buenos Aires.


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                                           MÚSICA CONTEMPORÁNEA
Conciertos previstos para noviembre de 2014 en distintas salas de Buenos Aires

Complejo Teatral de Buenos Aires. Teatro San Martín.
Director: Martín Bauer.

Colón Contemporáneo.

Centro de Experimentación del Teatro Colón.
Director: Miguel Galperin.

Usina del Arte
Conciertos recientes de música del siglo XX

Compañía Oblicua.
Director: Marcelo Delgado

Ensamble Tropi.
Dirección musical: Haydée Schvartz

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