Dibujo de James Castle, incluido, como todas las obras aquí reunidas, en la exposición Mostrar y almacenar del Museo Reina Sofía de Madrid. |
Dibujo. James Castle Collection and Archive. |
Dibujo. Colección particular. |
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Construcción. Colección particular. |
Páginas interiores de un libro hecho a mano. James Castle Collection and Archive. |
Dibujo. James Castle Collection and Archive. |
Aguada. Colección particular. |
¿Quién fue este artista, capaz de crear durante buena parte del siglo XX una belleza agreste y al mismo tiempo delicada, de explorar obsesivamente un mundo de objetos y escenarios de su entorno con materiales precarios amorosamente trabajados hasta la exactitud, y de frecuentar los estilos de la representación, desde la cruda reproducción de ropas y paisajes hasta las vaporosas abstracciones de la subjetividad? A medida que se van recorriendo con sorpresa y curiosidad las dos salas que el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid dedica a la retrospectiva James Castle. Mostrar y almacenar (1), esa pregunta elemental lleva directamente a los datos de su singular biografía.
James Castle nació en el último año del siglo XIX en la localidad campesina de Garden Valley, en el Estado de Idaho, al noroeste de Estados Unidos, y toda su vida fue completamente sordo. A los 15 años abandonó después de cuatro años los estudios en una escuela para sordos de su región sin dominar el habla y tampoco el lenguaje de los signos. No sabía leer ni escribir. Dibujaba, sin embargo, desde los seis años. No tuvo ninguna formación académica pero, según su familia, dedicó muchísimos días de su vida a elaborar cientos de pequeñas obras, que quedaron al cabo de un tiempo almacenadas por él mismo en las tres casas que fue habitando con su familia (en su valle natal, en Star y en Boise). Vivió inicialmente con sus padres, los granjeros y comerciantes Frank y Mary Castle, y seis hermanos.
La exposición pretende difundir una obra prácticamente desconocida en Europa, elaborada durante más de medio siglo al margen de los circuitos del arte, y hacerlo poniendo en primer plano sus interrogantes y valores comunicativos más que la previsible valoración centrada en la marginalidad y aislamiento derivados de la vida de Castle. "La tentación ha sido la misma durante décadas: dotar de sentido a la obra de un artista en función de esas limitaciones", cree Manuel Borja-Villel, director del museo, al referirse a las categorías de art brut o outsider art, arte naïf, etc. Pero, una vez establecido que Castle "buscó una forma de comunicarse, superada esa primera barrera, queda por analizar lo más trascendental de un discurso (los valores y significados profundos que surgen de sus obras) cuya presencia, como la carta robada de Poe, es evidente pero permanece invisible en el fragor de una ansiosa búsqueda de rarezas, de otredades vinculada a esas etiquetas metodológicas".
Dibujos, construcciones, libros. Gracias a que un sobrino del artista mostró algunos de sus trabajos a profesores de la Museum Art School de la Portland Art Association, cuando Castle tenía 52 años se hizo la primera muestra de sus trabajos, seguida de unas pocas más hasta su muerte en 1977. Pero su obra se vincula al arte contemporáneo mucho después, cuando el interés de algunos artistas y estudiosos en esta obra permite la realización de exposiciones individuales realizadas en Nueva York a partir del año 2000. Lynne Cooke (2), comisaria de James Castle. Mostrar y almacenar, señala que es entonces cuando se divide la obra en tres categorías, de acuerdo a los materiales y métodos de trabajo: los dibujos, que el artista realizaba con hollín extraído de las salamandras de leña de la casa; las construcciones, elaboradas con fragmentos cosidos de cartulina coloreados; y los libros hechos a mano, desde las tapas hasta las páginas interiores, con distintas fórmulas de escritura de signos o borrones ininteligibles (2). Finalmente, después de varios años de acopio y estudio de la ingente producción de Castle, fue la gran retrospectiva organizada en 2008 por Ann Percy en el Philadelphia Museum of Art la que consolidó su nombre como creador.
Acción como aprendizaje. El fabricante de ropa, crítico de arte y galerista estadounidense Sidney Janis, gran admirador del artista autodidacta Henri Rousseau, publicó en 1942 un texto en el que analizaba las obras de distintos artistas desconocidos en relación con su forma de aprendizaje. El carácter autodidacta de un artista no califica la obra, decía, sino la manera en que ha adquirido las habilidades para desarrollar su arte. Cita este artículo Suzanne Hudson (2), profesora de arte moderno de la Universidad de Illinois, quien concluye que "lo autodidacta no designa un estilo, sino una condición de aprendizaje y una acción, una acción como aprendizaje".
Por esos años, el pintor y escultor francés Jean Dubufett, quien acuñó la expresión art brut, iniciaba en Europa la búsqueda de obra de artistas por distintos motivos marginales y necesariamente autodidactas; a lo largo de los muchos años, y de una accidentada peripecia, logró reunir unas cuatro mil piezas de doscientos artistas que integran la Colección del Art Brut, cuya sede desde 1976 está en la ciudad suiza de Lausana. Lucienne Peiry, la directora de esta colección, ha señalado: "A pesar de la extraordinaria diversidad de las producciones, Dubufett enuncia claramente en sus ensayos posteriores los principios --más filosóficos que estéticos-- sobre los que reposa la noción de art brut: ausencia de formación artística, ignorancia de toda tradición cultural, reinvención de las etapas del acto creador, elaboración de la obra en el anonimato, desarrollo autárquico de las producciones" (3).
Obra inacabada. James Castle no tuvo ninguna ocupación distinta a la del arte, recuerda Hudson. Al morir sus padres, el artista quedó bajo la tutela de su hermana Peggy y de su marido. En 1962, estos le compraron una caravana, la situaron muy cerca de la casa y en ella el artista tuvo desde entonces el taller en que desarrolló un trabajo extraordinariamente prolífico, manejando con libertad y perspicacia una gran variedad de materiales reciclados: "La afinidad de este proceso consistente en tomar elementos de los medios impresos (y posiblemente de la televisión, que su familia compró en 1963 con los beneficios de la venta de su arte) con la obra de Robert Rauschenberg y otros artistas dedicados a la estética de los desechos comerciales a mediados de siglo no es irrelevante, aunque parece involuntaria", afirma esta crítica. "Castle no conocía estos trabajos --su obra los precedió, coexistió con ellos y, en algunos casos, los sobrevivió--, pero tales préstamos autóctonos contradicen la visión de Castle como un individuo marginal, alejado de la cultura".
Finalmente, Hudson destaca la libertad de asociaciones de este proyecto artístico, que se movía entre temas recurrentes y estilos variados, difíciles de encuadrar en un orden sucesivo. Y recupera la idea de obra inacabada: "Las imágenes de Castle son tan cotidianas que no nos extraña su pequeñez, ni su sencilla fragilidad, ni su quietud, al tiempo que nos sorprenden por su fuerza y su trémula presencia, por los modos en que acogen lo iconográfico, renunciando a momentos de estancamiento por el impulso lateral de la vitalidad plena, de seguir siempre en proceso, de no acabar nunca. Dicen, tal vez sin fundamento, que la última obra de arte de Castle fue un dibujo de su habitación de hospital, que apareció tras su muerte debajo de la almohada".
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(1) James Castle. Mostrar y almacenar. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Madrid, del 18 de mayo al 5 de septiembre de 2011.
http://www.museoreinasofia.es/exposiciones/2011/castle.html
Anticipo del documental sobre Castle que se proyectará completo en el museo el 5 de septiembre:
Conversación con Lynne Cooke, comisaria de la exposición y subdirectora del Museo Reina Sofía:
http://radio.museoreinasofia.es/james_castle
(2) El lugar de Castle, de Lynne Cooke. Texto incluido en el catálogo de la exposición, que reúne admás las siguientes descripciones y estudios: James Castle: desde el interior hacia fuera, de Zoe Leonard; James Castle: un arte de la experiencia, de Suzanne Hudson; y El mundo de la imagen: el mundo del objeto, de Briony Fer.
(3) La aventura del art brut: de la clandestinidad a la consagración, de Lucienne Peiry. Texto elaborado para la exposición Art brut: genio y delirio, que reunió una selección de obras de la colección reunida por Jean Dubufett. Círculo de Bellas Artes de Madrid, julio-noviembre de 2006:
La exposición pretende difundir una obra prácticamente desconocida en Europa, elaborada durante más de medio siglo al margen de los circuitos del arte, y hacerlo poniendo en primer plano sus interrogantes y valores comunicativos más que la previsible valoración centrada en la marginalidad y aislamiento derivados de la vida de Castle. "La tentación ha sido la misma durante décadas: dotar de sentido a la obra de un artista en función de esas limitaciones", cree Manuel Borja-Villel, director del museo, al referirse a las categorías de art brut o outsider art, arte naïf, etc. Pero, una vez establecido que Castle "buscó una forma de comunicarse, superada esa primera barrera, queda por analizar lo más trascendental de un discurso (los valores y significados profundos que surgen de sus obras) cuya presencia, como la carta robada de Poe, es evidente pero permanece invisible en el fragor de una ansiosa búsqueda de rarezas, de otredades vinculada a esas etiquetas metodológicas".
Dibujos, construcciones, libros. Gracias a que un sobrino del artista mostró algunos de sus trabajos a profesores de la Museum Art School de la Portland Art Association, cuando Castle tenía 52 años se hizo la primera muestra de sus trabajos, seguida de unas pocas más hasta su muerte en 1977. Pero su obra se vincula al arte contemporáneo mucho después, cuando el interés de algunos artistas y estudiosos en esta obra permite la realización de exposiciones individuales realizadas en Nueva York a partir del año 2000. Lynne Cooke (2), comisaria de James Castle. Mostrar y almacenar, señala que es entonces cuando se divide la obra en tres categorías, de acuerdo a los materiales y métodos de trabajo: los dibujos, que el artista realizaba con hollín extraído de las salamandras de leña de la casa; las construcciones, elaboradas con fragmentos cosidos de cartulina coloreados; y los libros hechos a mano, desde las tapas hasta las páginas interiores, con distintas fórmulas de escritura de signos o borrones ininteligibles (2). Finalmente, después de varios años de acopio y estudio de la ingente producción de Castle, fue la gran retrospectiva organizada en 2008 por Ann Percy en el Philadelphia Museum of Art la que consolidó su nombre como creador.
Dibujo. Colección Thomas Isemberg La imagen probablemente corresponda a la oficina de correos de Garden Valley que los padres del artista atendían a principios del siglo XX |
Dibujo. Colección Anita Kay Hardy y Gregory Kaslo. Imagen de Castle que refleja la sala de la Boise Gallery of Art (hoy Boise Art Museum) en la que se exhibieron algunos de sus trabajos en 1963. |
Construcción. James Castle Collection an Archive. |
Aguada. Colección Selig y Angela Saks |
Libros hechos a mano. Materiales reciclados de diverso tamaño. |
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Muchas de estas obras están enfocadas de modo frontal, en otras domina la perspectiva, casi nunca son dibujos al aire libre por lo que la luz que asoma es muy especial y los márgenes aparecen casi siempre cubiertos. Si bien la ausencia de fechas añade un elemento de indeterminación a los distintos estilos que Castle fue elaborando, el abundante uso de periódicos, revistas, publicaciones diversas, envases comerciales o sobres de cartas como base para sus trabajos (cuando se lo ofrecieron, desechó la idea de trabajar con papeles específicos para dibujar) sitúa la obra en las décadas de auge estadounidense del consumo masivo reflejado en los medios, que también llegaba a los lugares alejados de los centros metropolitanos en los que residieron los Castle. "A pesar de que devoraba con avidez tiras cómicas y caricaturas en los periódicos a los que estaba suscrita su familia, raras veces adoptó esas formas de expresión gráfica", relata Cooke, subdirectora de Museo Reina Sofía desde 2008. Al referirise a otro "pequeño grupo de obras inquietantes que se centran en los reinos inmateriales", esta especialista sostiene que invitan a la comparación con estudios visionarios o experimentales como los de Turner, Corot o Reverón.
Aguada. Colección particular. |
Acción como aprendizaje. El fabricante de ropa, crítico de arte y galerista estadounidense Sidney Janis, gran admirador del artista autodidacta Henri Rousseau, publicó en 1942 un texto en el que analizaba las obras de distintos artistas desconocidos en relación con su forma de aprendizaje. El carácter autodidacta de un artista no califica la obra, decía, sino la manera en que ha adquirido las habilidades para desarrollar su arte. Cita este artículo Suzanne Hudson (2), profesora de arte moderno de la Universidad de Illinois, quien concluye que "lo autodidacta no designa un estilo, sino una condición de aprendizaje y una acción, una acción como aprendizaje".
Por esos años, el pintor y escultor francés Jean Dubufett, quien acuñó la expresión art brut, iniciaba en Europa la búsqueda de obra de artistas por distintos motivos marginales y necesariamente autodidactas; a lo largo de los muchos años, y de una accidentada peripecia, logró reunir unas cuatro mil piezas de doscientos artistas que integran la Colección del Art Brut, cuya sede desde 1976 está en la ciudad suiza de Lausana. Lucienne Peiry, la directora de esta colección, ha señalado: "A pesar de la extraordinaria diversidad de las producciones, Dubufett enuncia claramente en sus ensayos posteriores los principios --más filosóficos que estéticos-- sobre los que reposa la noción de art brut: ausencia de formación artística, ignorancia de toda tradición cultural, reinvención de las etapas del acto creador, elaboración de la obra en el anonimato, desarrollo autárquico de las producciones" (3).
Obra inacabada. James Castle no tuvo ninguna ocupación distinta a la del arte, recuerda Hudson. Al morir sus padres, el artista quedó bajo la tutela de su hermana Peggy y de su marido. En 1962, estos le compraron una caravana, la situaron muy cerca de la casa y en ella el artista tuvo desde entonces el taller en que desarrolló un trabajo extraordinariamente prolífico, manejando con libertad y perspicacia una gran variedad de materiales reciclados: "La afinidad de este proceso consistente en tomar elementos de los medios impresos (y posiblemente de la televisión, que su familia compró en 1963 con los beneficios de la venta de su arte) con la obra de Robert Rauschenberg y otros artistas dedicados a la estética de los desechos comerciales a mediados de siglo no es irrelevante, aunque parece involuntaria", afirma esta crítica. "Castle no conocía estos trabajos --su obra los precedió, coexistió con ellos y, en algunos casos, los sobrevivió--, pero tales préstamos autóctonos contradicen la visión de Castle como un individuo marginal, alejado de la cultura".
EL ARTISTA EN SU MESA DE TRABAJO Foto: James Castle Collection |
JAMES CASTLE EN 1974 Al fondo, la caravana blanca donde tenía su taller. Foto: J. C. Collection |
Finalmente, Hudson destaca la libertad de asociaciones de este proyecto artístico, que se movía entre temas recurrentes y estilos variados, difíciles de encuadrar en un orden sucesivo. Y recupera la idea de obra inacabada: "Las imágenes de Castle son tan cotidianas que no nos extraña su pequeñez, ni su sencilla fragilidad, ni su quietud, al tiempo que nos sorprenden por su fuerza y su trémula presencia, por los modos en que acogen lo iconográfico, renunciando a momentos de estancamiento por el impulso lateral de la vitalidad plena, de seguir siempre en proceso, de no acabar nunca. Dicen, tal vez sin fundamento, que la última obra de arte de Castle fue un dibujo de su habitación de hospital, que apareció tras su muerte debajo de la almohada".
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(1) James Castle. Mostrar y almacenar. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Madrid, del 18 de mayo al 5 de septiembre de 2011.
http://www.museoreinasofia.es/exposiciones/2011/castle.html
Anticipo del documental sobre Castle que se proyectará completo en el museo el 5 de septiembre:
Conversación con Lynne Cooke, comisaria de la exposición y subdirectora del Museo Reina Sofía:
http://radio.museoreinasofia.es/james_castle
(2) El lugar de Castle, de Lynne Cooke. Texto incluido en el catálogo de la exposición, que reúne admás las siguientes descripciones y estudios: James Castle: desde el interior hacia fuera, de Zoe Leonard; James Castle: un arte de la experiencia, de Suzanne Hudson; y El mundo de la imagen: el mundo del objeto, de Briony Fer.
(3) La aventura del art brut: de la clandestinidad a la consagración, de Lucienne Peiry. Texto elaborado para la exposición Art brut: genio y delirio, que reunió una selección de obras de la colección reunida por Jean Dubufett. Círculo de Bellas Artes de Madrid, julio-noviembre de 2006: