ENRIQUE RAAB |
LUCHINO VISCONTI |
El interés especial de Raab por La tierra tiembla (La terra trema, 1948), segunda película de Visconti, no estrenada comercialmente en Argentina, arranca en los años en que concibe y edita el citado cuaderno de Gente de Cine (en 1961), pero subsiste hasta los momentos previos al golpe militar de 1976 en los que al parecer deseaba realizar una exhibición privada del film para amigos y compañeros militancia, que no llegó a realizarse debido al clima de fuerte represión que ya entonces hacía difícil este tipo de reuniones.
Los ensayos sobre Visconti firmados por críticos como Guido Aristarco o Willy Acher o textos del director Michelangelo Antonioni, agrupados por Raab, constituyen certeros documentos de las polémicas de la época y ayudan a entender el horizonte de posibilidades que las animaba. Se agregan en el libro ahora editado la traducción española de los diálogos completos de la película, casi enteramente en siciliano con algunos comentarios en italiano; un texto del propio director sobre su proyecto fílmico, y un artículo inédito acerca del cine viscontiano de este período, escrito por el investigador del Conicet Mariano Mestman. La introducción general de Máximo Eseverri (2) recorre la trayectoria vital, periodística y política de Raab, en contrapunto con el contexto de la época en que vivó. Finalmente, cada ejemplar contiene una copia restaurada en DVD de La tierra tiembla.
Italia, el neorrealismo y la posguerra. A finales de la Segunda Guerra Mundial Italia era un país postrado y gran parte de su población, en especial la del Sur, vivía en la miseria. Un grupo de cineastas se fue haciendo cargo entonces de que para contar esa hora cero debía tener en cuenta unas arraigadas tradiciones, como la del catolicismo y la imaginería local, pero sobre todo tenía que inventar un nuevo lenguaje que diera cabida a una suerte de naturalismo reparador, que pusiera en el centro de las historias a personajes populares. Rápidamente, en el interior del movimiento neorrealista (integrado por guionistas, críticos y directores tan diversos como Rossellini, De Sica o Visconti), empezaron los debates acerca de las insuficiencias de un lenguaje que no diera el paso al realismo crítico, incorporando a situaciones y personajes elementos del análisis marxista sobre la realidad italiana –con los escritos precursores de Antonio Gramsci como fondo-- para situar la producción cultural (y el cine en particular) en la senda de un despertar de conciencias: después del fascismo y del drama de la guerra, el futuro, aunque difícil, estaba por delante y las imágenes debían cumplir un papel en su conquista. De las parábolas aleccionadoras, entonces, al distanciamiento crítico: Visconti no duda en esos años en explorar esta posibilidad. La terra trema es el punto de partida.
El propio director la describía así: “Los hechos representados en este film suceden en Italia, más precisamente en Sicilia, en el pueblo de Aci Trezza, que se encuentra situado en el Mar Jónico, a poca distancia de Catania. La historia que narra el film es la misma que se repite año tras año, en todo el mundo, en todos los países donde hay hombres que explotan a otros hombres. Las casas, las barcas, el mar, son los de Aci Trezza. Todos los actores del film fueron elegidos entre los habitantes del pueblo: pescadores, muchachas, jornaleros, albañiles, mayoristas de pescado. Ellos no conocen otro idioma que el siciliano para expresar rebeldías, dolores, esperanzas. El idioma italiano no es en Sicilia el idioma de los pobres”.
De Viena a Buenos Aires: un exilio. Diez años antes de que se estrenara La terra trema en la IX Mostra del Festival de Venecia --donde ganó el gran premio internacional--, el industrial textil Salomón Raab y su esposa llegaban a Buenos Aires con sus hijos Evelina y Enrique. Éste, futuro periodista, tenía seis años y con su familia había hecho el peregrinaje al exilio de muchos judíos europeos de entonces: huir de la Viena natal tras la anexión de Austria por parte de la Alemania nazi. Después de deambular por Grecia, España e Italia, la familia Raab se embarcó en Trieste rumbo a Argentina, país que ya entonces albergaba a decenas de miles de emigrantes europeos. Ninguno de ellos hablaba castellano: Enrique fue el que primero lo aprendió rápidamente (habrá de dominar cinco idiomas el resto de su vida) e hizo las veces de traductor para estos exiliados centroeuropeos en sus primeros pasos por la ciudad del Sur. Gran lector desde pequeño, cursó después el bachillerato en el Colegio Nacional de Buenos Aires.
Gente de Cine: una vocación. Raab se incorporó a la vida periodística argentina en los años sesenta. Él era muy especial y el momento también lo era. Su singularidad residía en una amplia formación cultural, de naturaleza no académica, que abarcaba además del cine, el teatro o la ópera (lenguajes deudores de la gran tradición europea con la que estaba familiarizado), la literatura y el arte, saberes todos integrados en una mirada abierta a los nuevos medios, como la televisión, y en una sensibilidad aguda para percibir y calibrar las manifestaciones populares, nunca demagógica, siempre vivaz para encontrar ángulos significativos en hechos que para otros eran casi banales. Ahí están sus extraordinarias crónicas para mostrarlo (3).
CUADERNO PREPARADO POR RAAB (1961) La foto de portada corresponde al film de Visconti Rocco y sus hermanos, que acababa de estrenarse en Buenos Aires. |
Pero sin duda su primera militancia cultural fue el cine. Experto en el movimiento expresionista alemán de los años veinte, admirador del nuevo cine italiano y francés, Raab integró el club Gente de Cine, que, como revela su nombre, no era sólo un grupo de aficionados sino un conjunto de personas para las cuales el cine (todo el cine) era una razón de pertenencia. Un fenómeno, el de los cineclubes, desarrollado a mediados de siglo XX tanto en Buenos Aires como en Montevideo, que permitía a sus miembros, mediante una persistente dedicación, estar al día con las novedades de entonces (fueran estas el cine de Bergman, la nouvelle vague francesa o el nuevo cine inglés), proyectar los filmes y escribir sobre ellos. Todo eso en una época en que las distancias no eran virtuales sino reales, y las dificultades económicas y de comunicación, muchas. De allí Raab pasó al Cine Club Núcleo, una escisión del anterior, que al mantener un carácter más abierto supo incorporar a sus actividades una mayor diversidad de aficionados jóvenes. Los libros sobre cine y las películas atesoradas en esos años pasaron a formar parte posteriormente del acervo de la Cinemateca Argentina.
El periodismo de los sesenta. Estas iniciativas culturales, surgidas al margen de todo apoyo estatal y que servían además para eludir la censura cinematográfica, tejen uno de los hilos del clima de la época que dio lugar, a partir de l962, a una renovación del periodismo argentino. Desde ese momento, el surgimiento de revistas como Primera Plana, Todo, Panorama, Confirmado, Siete Días, Análisis o diarios como El Cronista y La Opinión marcó un cambio sustancial de los enfoques informativos, del análisis de los productos culturales, de la investigación sobre los temas, e instauró formas innovadoras de redactar las crónicas o tratar las entrevistas. También generó la búsqueda de un nuevo público para medios que en general no tenían una llegada muy masiva y en cambio exhibían considerable influencia en círculos políticos, económicos y culturales. Tanto en esta década como en la siguiente, este tapiz de medios dependió de otra trama de sostén –la económica y la política—, circunstancia que con frecuencia aunó, en algunos de estos medios, bajo una misma dirección periodística, renovación cultural y conspiración golpista y antidemocrática.
El análisis más profundo de este fenómeno exigiría un desarrollo amplio de la coyuntura internacional y nacional de entonces (y la relación entre ambas), un estudio sobre la inestabilidad política del país, la proscripción del peronismo y la secuencia de intervencionismo militar; también una investigación sobre las empresas que daban sustento a este nuevo periodismo, la forma en que fueron gestionadas y dirigidas, y el tipo de profesionales que integraron sus variados y talentosos equipos de redacción. No es el propósito de este artículo. La alusión a las revistas y diarios citados obedece al hecho de que en todos ellos destacó el trabajo de Enrique Raab. Como crítico de cine y teatro, como corresponsal en París, como cronista político, como enviado especial, como autor de misceláneas de la vida social, como analista de ídolos televisivos, como comentarista de libros.
LA BIOGRAFIA (2007) Retrato coral de la figura de Raab y de su época. |
LAS CRONICAS (1999) Una selección de los trabajos del periodista |
Una selección de este notable conjunto de escritos se publicó en 1999 (Enrique Raab, Cónicas ejemplares. Diez años de periodismo antes del horror (1965-1975), con selección y prólogo de la periodista y escritora Ana Basualdo (3), que en su excelente introducción al periodismo de esa época alude a los varios mundos que coexistían en esa efervescencia cultural y señala que Raab era “el que mejor daba cuenta de una manera de entender (unidos) el periodismo, la cultura, la política y la calle”.
De este modo: “El compromiso del reportero no era sólo con un encuadre político sino con cualquier cosa que ocurriera, donde ocurriera. Todo tenía que ser narrado, porque todo conducía, por la buenas o por la malas, a la misma quimera de la revolución”. O: “La fuerza de la escritura de Raab está en la rapidez, el fogonazo, el movimiento de travelling de frases que [por ejemplo] persiguen multitudes peronistas hacia Plaza de Mayo y que captan, en cortes abruptos, el drama de la JP ante un Perón que se le muestra siniestro, sin máscara, en el último acto que compartieron (el 1 de mayo de 1974); frases que filman y ensamblan planos de grupos enemigos y tienen tiempo de encerrar, en un redondel semejante al ojo de gato del cine mudo, una cara ilusionada o rabiosa”.
La tierra tiembla. Raab tenía más de 35 años y esta destacada trayectoria periodística cuando, al calor de la radicalización política del país --que incluyó, entre otros, a amplios sectores profesionales de entonces-- se vinculó a la militancia sindical en agrupaciones de izquierda del gremio de prensa. Sus posteriores compromisos políticos fueron, según el testimonio de algunos de sus compañeros, los de una persona que no consideraba incompatible sus intereses intelectuales y su mirada crítica con la colaboración consciente con un proyecto al que consideraba revolucionario. Hasta 1975 Raab continuó manteniendo sus trabajos profesionales y a mediados de ese año pasó a escribir, sin firma, en la revista semiclandestina Nuevo Hombre, que entonces dependía del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).
RAAB (AL CENTRO) EN EL RODAJE DE SU CORTOMETRAJE `JOSÉ´ |
La tierra tiembla. Raab tenía más de 35 años y esta destacada trayectoria periodística cuando, al calor de la radicalización política del país --que incluyó, entre otros, a amplios sectores profesionales de entonces-- se vinculó a la militancia sindical en agrupaciones de izquierda del gremio de prensa. Sus posteriores compromisos políticos fueron, según el testimonio de algunos de sus compañeros, los de una persona que no consideraba incompatible sus intereses intelectuales y su mirada crítica con la colaboración consciente con un proyecto al que consideraba revolucionario. Hasta 1975 Raab continuó manteniendo sus trabajos profesionales y a mediados de ese año pasó a escribir, sin firma, en la revista semiclandestina Nuevo Hombre, que entonces dependía del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).
Más de un año antes del golpe militar de marzo de l976, la situación muchos periodistas que eran o habían sido simpatizantes, colaboradores o militantes de organizaciones políticas o guerrilleras, tanto de la izquierda peronista como de la izquierda de otros orígenes ideológicos, estaban en el punto de mira de la ultraderechista Alianza Anticomunista Argentina (Triple A), generada en el Ministerio de Bienestar Social de José López Rega. Raab recibió en noviembre de 1975 amenazas de muerte de la Triple A (“judío, rusito, comunista, estás muerto”), por lo que abandonó su domicilio habitual, que unos días más tarde fue destrozado por un grupo de desconocidos.
En medio del atroz clima de persecución con que arrancó la dictadura, el periodista participó en la gestación de una publicación que nunca llegó a salir, El ciudadano. Amigos de esa época dijeron que había desechado la idea de dejar el país para desarrollar tareas políticas en el exterior. Fue secuestrado a los 45 años de edad por un grupo de tareas de la Marina el 16 de abril de 1977 en su domicilio de la calle Viamonte de Buenos Aires. Desde entonces está desaparecido. Testimonios de supervivientes indican que estuvo en el centro de tortura y exterminio de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA).
Treinta y cuatro años después, en el predio en el que funcionó este siniestro campo, ya recuperado por las autoridades civiles, se levanta el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, donde el libro Raab/ Visconti. La tierra tiembla fue presentado una fría tarde del pasado junio. En el mismo acto, y en un clima de emoción contenida, se proyectó la copia en 16 milímetros de la película, que el Cineclub Núcleo trajo a Buenos Aires en los años sesenta. El viejo proyector de las bobinas del film, situado en la parte trasera del auditorio, ronroneaba como lo hubiera hecho décadas atrás, en cualquier sesión de cineclub, mientras en la pantalla Visconti desplegaba su maestría para contar la primera parte de La terra trema (subtitulada Episodio del mar, una epopeya de pescadores) que debía continuar con un film sobre mineros y otro sobre campesinos, como parte de una trilogía de Sicilia que nunca completó.
LAS HERMANAS DE ´NTONI VALASTRO Al fondo, la madre con una nieta en brazos en el interior de la casa de los pescadores. |
Nota al pie. Conseguí mi primer trabajo como periodista en 1967, en la revista semanal Confirmado que dirigía Jacobo Timerman. No recuerdo quién me sugirió acercarme a esa redacción para ver “si necesitaban a alguien”. Eso hice, eso se hacía entonces. La persona que salió a atenderme era Enrique Raab. Me escuchó con atención y cordialidad y me dijo que haríamos una prueba, que trajera un reportaje sobre un tema de deportes y una crítica de cine, dos cuestiones que habían salido en la conversación y probablemente dos secciones en las que había “un hueco”. Así fue: a los pocos días, después de una nueva entrevista, quedó desechada la crítica de cine pero entré a trabajar en la sección de reportajes de Sociedad.
Desde entonces, coincidimos en algún otro medio, ya había leído sus crónicas magistrales y fueron muchos los encuentros breves y circunstanciales de esos años en los estrenos de teatro o de cine, o en los pasillos de alguna redacción. Varios periodistas de mi generación reconocen en él a la persona que se tomó el trabajo de enseñarles a mejorar, en una suerte de rito de pasaje del oficio. El cariño, la admiración y el respeto por su talento se asentaban en ese aspecto de su personalidad, que era una de sus distintas vidas, muchos lo supimos después. Ya hacia 1973 su figura se me hace borrosa y no volvimos a vernos.
“¿Te enteraste?”, es la pregunta que más recuerdo en su boca, antes de contar alguna información o hecho intuido o imaginado. “¿Te enteraste?”, seguido de un breve silencio y una mirada expectante con sus ojos vivaces.
En alguno de los libros citados en este artículo se recuerdan los últimos tiempos en los que Raab debía pernoctar en otras casas, ya que era riesgoso volver a la suya, donde a pesar de todo un día fue secuestrado. El libro que acaba de editar Eudeba es, también, un lugar seguro para esa inteligencia.
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(1) Raab/ Visconti. La tierra tiembla. Publicado por la Editorial Universitaria de BuenosAires (Eudeba) y el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti. Colección Cosmos. Buenos Aires, abril de 2011.
El libro tiene prólogo de Eduardo Jozami, director del Centro Haroldo Conti, y una amplia introducción del coordinador, Máximo Eseverri. Ensayos reunidos: “Ilusión y realidad en la obra de Visconti”, de Roberto Rosenfeldt (1961), “Experiencia cultural y experiencia original en Visconti”, de Guido Aristarco (1960); “Variaciones hacia el hombre”, de Willy Acher (1956); “Una cuestión de contenido”, entrevista a Visconti realizada por Jacques Doniol-Valcroze y Jean Domarchi (1959); “El gesto poético”, de Michelangelo Antonioni (1949); “Ejemplo del estilo de Visconti. Análisis de las escenas I a VIII de La tierra tiembla”, de Brunillo Rondi (1949). Los diálogos completos de La tierra tiembla, de Fausto Montesanti (traducción de Juan Carlos Bosetti); “Pescadores sicilianos en las redes del Conde Rojo milanés”, de Mariano Mestman; y finalmente, “Apuntes para un film documental sobre Sicilia”, de Luchino Visconti (traducción de Aurora Chiarmonte).
(2) Máximo Eseverri es autor de un libro anterior sobre el periodista: Enrique Raab: claves para una biografía crítica. Periodismo, cultura y militancia antes del golpe. Editorial Prometeo Libros. Buenos Aires, junio de 2007. Un retrato coral armado con declaraciones de quienes conocieron a Raab en su trayectoria personal y profesional, y un análisis de la huella que ha dejado su trabajo.
Algunos de los datos recogidos en este libro fueron utilizados para realizar el presente artículo.
(3) Crónicas ejemplares, de Enrique Raab. Selección y prólogo: Ana Basualdo. Editorial Libros Perfil, Buenos Aires, mayo de 1999. Reúne, entre otros trabajos periodísticos del autor, una serie de crónicas sobre “Portugal y la revolución de los claveles” (mayo-junio de 1974); sobre actos políticos en la Plaza de Mayo (1974-75); una larga entrevista a Bertrand Russell (agosto de 1965), semblanzas de Tita Merello (1974) y de Manuel Mujica Láinez (1975). Críticas de libros, de cine, de teatro y televisión.
El libro se encuentra agotado y no ha vuelto a reeditarse.
Otro libro (Cuba, vida cotidiana y revolución, de Enrique Raab. Ediciones de la Flor, 1974) reúne las crónicas escritas como enviado especial del diario La Opinión a ese país.
En 1962, Raab dirigió el cortometraje José (con guión de Ricardo Halac), que se ha perdido.
(1) Raab/ Visconti. La tierra tiembla. Publicado por la Editorial Universitaria de BuenosAires (Eudeba) y el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti. Colección Cosmos. Buenos Aires, abril de 2011.
El libro tiene prólogo de Eduardo Jozami, director del Centro Haroldo Conti, y una amplia introducción del coordinador, Máximo Eseverri. Ensayos reunidos: “Ilusión y realidad en la obra de Visconti”, de Roberto Rosenfeldt (1961), “Experiencia cultural y experiencia original en Visconti”, de Guido Aristarco (1960); “Variaciones hacia el hombre”, de Willy Acher (1956); “Una cuestión de contenido”, entrevista a Visconti realizada por Jacques Doniol-Valcroze y Jean Domarchi (1959); “El gesto poético”, de Michelangelo Antonioni (1949); “Ejemplo del estilo de Visconti. Análisis de las escenas I a VIII de La tierra tiembla”, de Brunillo Rondi (1949). Los diálogos completos de La tierra tiembla, de Fausto Montesanti (traducción de Juan Carlos Bosetti); “Pescadores sicilianos en las redes del Conde Rojo milanés”, de Mariano Mestman; y finalmente, “Apuntes para un film documental sobre Sicilia”, de Luchino Visconti (traducción de Aurora Chiarmonte).
(2) Máximo Eseverri es autor de un libro anterior sobre el periodista: Enrique Raab: claves para una biografía crítica. Periodismo, cultura y militancia antes del golpe. Editorial Prometeo Libros. Buenos Aires, junio de 2007. Un retrato coral armado con declaraciones de quienes conocieron a Raab en su trayectoria personal y profesional, y un análisis de la huella que ha dejado su trabajo.
Algunos de los datos recogidos en este libro fueron utilizados para realizar el presente artículo.
(3) Crónicas ejemplares, de Enrique Raab. Selección y prólogo: Ana Basualdo. Editorial Libros Perfil, Buenos Aires, mayo de 1999. Reúne, entre otros trabajos periodísticos del autor, una serie de crónicas sobre “Portugal y la revolución de los claveles” (mayo-junio de 1974); sobre actos políticos en la Plaza de Mayo (1974-75); una larga entrevista a Bertrand Russell (agosto de 1965), semblanzas de Tita Merello (1974) y de Manuel Mujica Láinez (1975). Críticas de libros, de cine, de teatro y televisión.
El libro se encuentra agotado y no ha vuelto a reeditarse.
Otro libro (Cuba, vida cotidiana y revolución, de Enrique Raab. Ediciones de la Flor, 1974) reúne las crónicas escritas como enviado especial del diario La Opinión a ese país.
En 1962, Raab dirigió el cortometraje José (con guión de Ricardo Halac), que se ha perdido.