El mundo
fotografiado por el notable artista británico Chris Killip (Douglas, Isla de Man, 1946),
aquel de los astilleros y de las minas de carbón del norte de Inglaterra, de las
industrias tradicionales y del trabajo manual, desapareció en menos de dos
décadas, aunque en el momento de buscar con pasión esas imágenes, frecuentadas
desde su infancia, la ausencia no era previsible de la manera tan veloz y
radical como se dio. “He vuelto a esos sitios y lo que había ya no está, es
decir que estas fotografías han adquirido un extraño poder testimonial”,
comenta Killip, satisfecho porque ahora esos rostros anónimos de la clase trabajadora británica puedan verse en unas grandes y algo desangeladas salas del Museo Reina Sofía de Madrid, que
alberga la retrospectiva Trabajo/ Work
dedicada a su obra. (1). “Es muy emotivo ver mi trabajo en este marco precioso,
gran parte de los que aparecen en las fotos son gente común, personas que no
son homenajeadas generalmente. Estoy interesado en la gente que vive la
historia, que no es una historia escrita sino observada. Siempre hay que buscar
que se exprese auténticamente lo que está frente a ti”.
El trabajo
de Killip (2) , uno de los renovadores de la fotografía de postguerra, se inspira en
los fotógrafos que en los años treinta abrieron nuevas vías para la expresión
de un mundo social documentado en imágenes y que en los años sesenta se reactivó
significativamente en Gran Bretaña. “La fotografía que practico sucede en un
lugar y un tiempo específicos y capta momento reales de la vida de las
personas. La historia suele escribirse desde la distancia, casi nunca desde el
punto de vista de aquellos que la padecieron”, afirma.
Esa
especificidad hace que el actual sea un momento muy apropiado para valorar estas
imágenes del pasado reciente, señala el ensayista y curador británico David Campany (3), ya
que no están tan frescas en la mente de los espectadores ni tan consolidadas
como parte de la historia. También esa corta distancia permite asociar, como se
ha hecho, el trabajo paciente y solitario de Killip en el norte de Inglaterra
con los estragos sociales causados por la era conservadora de Margaret Thatcher.
El fotógrafo cree que el asunto es más complejo, entre otras cosas porque el
período que abarca su obra –en el museo se exhiben trabajos realizados entre
1968 y 2004— es mucho más amplio, aunque admite ser “el fotógrafo de la
desindustrialización de Inglaterra”.
Sin embargo,
la ambigüedad de algunas imágenes hace
que estas se independicen de un ámbito referencial preciso y sean sometidas a lecturas diversas. El caso de una fotografía tomada por Killip en 1976,
Joven en un muro (Jarrow, Tyneside)
resulta paradigmático. Es la imagen, muy ampliada, que anuncia la exposición en
el frente del Reina Sofía y ha sido portada de libros del fotógrafo británico.
Podría ser la foto de un joven desocupado, víctima de la citada política
económica y social. “Pero la he tomado tres años antes de que asumiera Thatcher,
cuando el primer ministro era el laborista James Callaghan", aclara Killip. "Se escapa de ti lo
que la gente interpreta”.
"JOVEN EN UN MURO" Jarrow, Tyneside, 1976 |
Esta madeja
de relaciones se fue tejiendo desde que el joven Christopher David Killip, que
dejó la escuela a los 16 años, se
trasladó de la pequeña Isla de Man donde se había criado a Londres, donde fue fotógrafo
freelance: “Mis primeros retratos los
hice como fotógrafo de playa, trabajando a comisión y diciendo `sonría, por
favor’. El retrato es un hilo que
atraviesa y unifica toda mi obra.” Pero la decisión de abandonar los trabajos
comerciales para dedicarse enteramente a construir una obra personal independiente se produjo
inspirado por grandes fotógrafos documentalistas modernos como August Sander, Walker Evans o Robert Frank, cuyas obras vio en
una muestra del Museo de Arte Moderno de Nueva York.
En 1970, a
los 24 años, Killip volvió a la Isla de Man, donde trabajó en el pub de su
padre por la noche y durante el día estableció una relación constante con
paisajes y pobladores, origen de la visible empatía que trasuntan sus imágenes.
En este y otros escenarios, el fotógrafo presenció el formidable cambio
producido por el abandono de una industrialización que venía del siglo XIX y
había marcado la vida y las costumbres de los trabajadores, que se hallaban en
proceso de creciente marginalización. El libro Isla de Man reúne parte de ese trabajo y tuvo una edición limitada
en 1973, pero siete años más tarde se publicó acompañado por textos del
escritor y crítico de arte británico John Berger. Este libro inicial, de
estructura clásica, fue comparado con una gran novela realista.
CHRISTOPHER KILLIP "En cierto modo me veo a mí mismo como un historiador, pero no de la palabra". |
Procedente
de un hogar cuyo padre tenía convicciones de izquierda, Killip se sumó al grupo
de jóvenes artistas que, en medio de esta radical transformación,
orientaron su lenguaje fotográfico y convirtieron la cámara en instrumento de
cambio social. También impulsó esta corriente como colaborador de revistas
influyentes como Creative Camera, comisario de exposiciones en los años setenta
y ochenta, y cofundador --y director un tiempo-- de la Side Gallery de Newcastle. En 1988 se
publicó su segundo libro, In Flagrant, cuyas
imágenes fueron exhibidas en el Victoria and Albert Museum de Londres y en
otras ciudades europeas y significó un reconocimiento internacional para Killip. En este caso, siempre conservando la extraordinaria
expresividad de sus imágenes, el libro fue asociado a la época de los tres
gobiernos de Margaret Thatcher, iniciada en 1979, y que, entre otras cosas,
laminó la industria tradicional de Escocia, Gales y el norte de Inglaterra.
Otro de los
trabajos que ilustran un cambio de época es el de las fotografías que en 1989
le encargara la empresa Pirelli, y que muchos años más tarde integraron el libro Pirelli Work. El objetivo era retratar a los trabajadores de la fábrica de neumáticos. Killip recuerda
ahora las dificultades técnicas que tuvo para hacer estas fotografías en el ambiente de oscuridad en que se hacía esta producción, pero a la vez la
colaboración que encontró entre sus modelos, “que estaban orgullosos de su
condición de obreros”.
Más de un
centenar de fotografías reunidas para esta exposición, que incluyen las tomadas
a los peregrinos de Irlanda a quienes acompañó durante una década hasta 2005, muestras de distintos aspectos de su obra, no
demasiado conocida, reflejan el encadenamiento narrativo de sus series, y explican la influencia que ha tenido en
distintos cultores de la imagen documental. Killip obtuvo en 1989 el premio internacional de
fotografía Henri Cartier Bresson y desde 1991 es profesor en la universidad de
Harvard. En la entrevista que en 2012 le realizara Ute Eskildsen, proyectada en una de las salas del Reina Sofía, el
fotógrafo británico explica su reticencia inicial frente al mundo de la
docencia –que sólo practica en Estados Unidos, donde reside— y las aperturas de criterio que
ha encontrado entre sus alumnos, además otras diferencias entre ese país y su Inglaterra natal.
En un ensayo
sobre la obra del fotógrafo (4), Gerry Badger señala que Killip es un “testigo
apasionado” al que le interesan la autenticidad de las imágenes y cuya mirada
como reportero no se caracteriza por "un voyeurismo autoindulgente” sino por un
“imperativo moral”. No es un sociólogo con una cámara, no es un historiador. Es
un artista, un poeta. Sus exigencias formales están siempre presentes en la
obra del fotógrafo, que encierra un cierto romanticismo, siempre atemperado por
el realismo, e incluso por el pesimismo.
Las imágenes del fotógrafo británico --con frecuencia de individuos, a veces de familias, menos de grandes grupos de gente-- no persiguen el documento puro, sino que son una interpretación, una mediación, que puede ser vista como una meditación sobre la comunidad, sobre aquellos que han perdido el sentido de pertenencia a una comunidad, concluye Badger: “Nacemos solos, morimos solos, pero entre tanto, señalan las imágenes de Killip con elocuencia, estamos mejor resistiendo juntos, luchando juntos. Si hay algún tipo de redención en su trabajo no reside tanto en sus cualidades formales sino en esto”.
1- Museo Centro de Arte Reina Sofía de Madrid. Exposición Trabajo/Work, de Chris Killip. Abierta hasta el 24 de febrero de 2014:
3- Arbeit / Work (Steidl / Museum Folkwang, 2012), con textos de David Campany y Ute Eskildsen.
4- Chris Killip, 55 (Phaidon Press, 2001), con texto de Gerry Badger.
Otros libros publicados por el fotógrafo británico:
Isle of Man (Zwemmer, 1980), con texto de John Berger.
In Flagrante (Secker & Warburg, 1988) con textos de John Berger
y Sylvia Grant.
Pirelli Work (Steidl, 2006), con texto de Clive Dilnot.
Here Comes Everybody (Thames & Hudson, 2009).
Seacoal (Steidl, 2011).