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sábado, 12 de diciembre de 2015

Paul Strand, la fotografía como forma de ver

Cuando tenía 15 años, Paul Strand (1890-1976) consideró que estaba en condiciones de ser fotógrafo. Lo demostró durante las siete décadas siguientes, desarrollando una de las obras más singulares de la fotografía, que unió los comienzos del siglo XX con sus postrimerías y las dos orillas culturales del Atlántico, generando a través de distintos procedimientos un corpus de imágenes de secreta coherencia. La función social de la fotografía y sus vínculos con la escritura marcaron algunas etapas de su obra. La evolución de los instrumentos técnicos y las cámaras supusieron para Strand, en cada elección, la búsqueda de un estilo propio.





PAUL STRAND
Juventud y madurez.
Nacido en Nueva York en 1890, hijo de Mathilde Arnstein y Jacob Strand (originariamente, Stransky), perteneció a una familia de comerciantes descendientes de judíos europeos de la región de Bohemia, que habían emigrado a Estados Unidos medio siglo antes. Sus padres lo enviaron a la Escuela de Cultura Ética de la ciudad, que estimulaba las posibilidades creativas de los alumnos, procedentes de familias de clase media de la comunidad. Además de procurarle una formación especial, esa escuela le permitió conocer, en una de sus clases, al fotógrafo y documentalista Lewis Hine, su primera influencia. Más tarde, éste lo vinculó con Alfried Stieglitz, el gran fotógrafo en cuya Galería 291 de Nueva York se expusieron tempranamente obras del arte moderno.

Una de las primeras definiciones de las fotografías de Strand procede del mismo Stieglitz, director de la influyente publicación Camera Work, que dedicó un número monográfico a sus imágenes: "Es un trabajo desprovisto de engaños, de trucos y de ismos; desprovisto de cualquier intento de desconcertar al público ignorante, incluido los propios fotógrafos. Estas fotografías son  la expresión directa del presente". Strand realiza en esos años penetrantes retratos de calle, pero a la vez está fascinado por el surgimiento del cubismo en Europa e intenta indagar en las formas abstractas al fotografiar objetos geométricos envueltos en sombras y luces planas. También va perfilando la mirada social que se mantendrá en su trayectoria artística, que no fue lineal.

En 1921 concibe y realiza, junto con el fotógrafo Charles Sheeler, el cortometraje experimental Manhatta, de diez minutos de duración, en el que fluyen imágenes brumosas del puerto de Nueva York: pequeñas y grandes embarcaciones, rascacielos, trenes y un nervioso hormigueo de hombres diminutos enfocados desde una gran altura. El corto (1) intercala citas de Hojas de hierba del poeta Walt Whitman. Una primera conexión entre texto literario e imagen que se irá desarrollando en todos los libros de fotografías de Strand.


MANHATTA (1921)
Dos imágenes del cortometraje de Strand y Sheeler.

REDES
Película filmada en México en 1934.

WALL STREET
Nueva York, 1915.

MUJER CIEGA
Esta foto forma parte de una serie tomada por Strand en las calles de Nueva York en 1917. La curadora Anne Lyden señala que el fotógrafo "fuerza al observador a confrontar con esta mujer y su condición; viéndola de esta manera nos desafía a que reconozcamos su presencia, que en la calle ordinariamente ignoramos" La foto fue publicada en el último número de la revista Camera Work, dirigida por Alfred Stieglitz.

LA VALLA BLANCA
Port Kent (Nueva York), 1916.


Al finalizar los años veinte, con el estallido de la Gran Depresión, el fotógrafo intenta rescatar la imagen humana  y, aunque no siempre es explícito en su trabajo, adhiere a un pensamiento político de izquierdas. Tanto en los retratos como en los trabajos de campo se acentúa la relación entre contexto y figura.

Viajero constante, recorre Canadá, el suroeste de Estados Unidos y México. En cada uno de esos lugares realiza indagaciones centradas en las comunidades locales, estudiando sus rasgos culturales mediante una pausada elaboración de imágenes. En México, donde vive dos años, trabaja como jefe de fotografía y cine en un organismo oficial; allí, en 1934, filma la película Redes, acerca de una huelga de pescadores. Dos años más tarde, Strand comienza Native Land, una película sobre la violación de los derechos civiles en Estados Unidos, que se pudo estrenar en 1942. Después de estas incursiones en el campo cinematográfico, en 1945 –coincidiendo con la mayor retrospectiva de su obra hasta entonces, exhibida en el Museo de Arte Moderno de Nueva York-- vuelve definitivamente a la fotografía.

Su actividad estaba alejada del fotoperiodismo, cuya práctica respetaba,  por lo que Strand busca llegar a auditorios amplios a través de la publicación de libros, en los que encuentra una forma de narrativa visual que estará siempre acompasada con textos de escritores. Es así que irá publicando Photographs of Mexico (1940), Time in New England, con texto de Nancy Newhall (1950), La France de Profil, con escritos de Claude Roy (1952); Un Paese, con textos del guionista Cesare Zavattini (1955), Outer Hebrides, con escritos de Basil Davinson (1962), Living Egipt, con texto de James Aldridge. Y, editado de manera póstuma, Ghana. An African Portrait.


REBECA SALSBURY
Dos imágenes de la primera esposa de Strand. de una serie de fotografías de los años veinte en la que fue su modelo.













A comienzos de los años cincuenta, debido al clima político de restricciones y censura propiciado por el macartismo, Strand deja Estados Unidos para instalarse en Francia, en Orgeval, un pequeño pueblo del oeste de París. Al cabo de varios años de inmersión en la sociedad y la geografía de Francia, retrata ese país en uno de sus libros. En 1954, cercanas aún las secuelas de miseria y destrucción  de la Segunda Guerra Mundial, el fotógrafo viaja a Italia para realizar un relato social similar al que, en el cine, venía desarrollando el neorrealismo. Precisamente uno de los principales guionista de esa corriente, Cesare Zavattini,  vincula a Strand con el mundo y los habitantes de Luzzara, la aldea del Po, de unos 9000 habitantes, en la que el escritor había nacido. Allí el fotógrafo realiza un extraordinario trabajo, centrado en algunos de sus pobladores, que integra otro de sus libros. Nuevos viajes del mismo tenor, a las islas Hébridas (enclave gaélico de la costa noroccidental de Escocia), a Egipto, Marruecos, Rumanía y Ghana, sirvieron al fotógrafo, ya en su madurez, para exponer realidades humanas con la ductilidad, penetración y calidad visual propia de sus imágenes.



MUCHACHO
Gondeville, Francia, 1951.

LA APRENDIZ DE SASTRE
Luzzara, Italia, 1953.
Gran parte de todo este recorrido creativo se vio este año en la excelente muestra dedicada a Strand en la Fundación Mapfre de Madrid (2), institución que en los últimos años viene realizando una notable serie de exposiciones monográficas dedicadas a grandes artistas de la fotografía del siglo XX. Entre ellos: Garry Winogrand, Alvin Langdon Coburn, Henri Cartier-Bresson, William Christenberry, Emmet Gowin, Lewis Hine o Imogen Cunningham. En el caso de Strand, se reunieron más de 200 fotos, tres películas y la edición digital de los libros publicados por el artista neoyorquino. En su mayor parte procedentes del Philadelphia Museum of Art, que posee los fondos más completos de la obra de Strand. Mapfre, por su parte, compró en 2011 un centenar de estas fotografías, que constituyen la mayor colección de este artista norteamericano atesorada en un museo europeo.

El crítico y curador Peter Barberie describe en La modernidad de Strand, artículo publicado en el catálogo de esta muestra, el modo de trabajar de éste: “Artista de meticulosas y largas poses, Strand procedía al aire libre como un fotógrafo de estudio. La gente que lo conoció fotografiando siempre recuerda estar esperando a que este hombre exasperantemente paciente y metódico acabara de hacer  sus ajustes y retoques, para después ver cómo él mismo a su vez aguardaba  hasta que hubiera exactamente la luz que deseaba. Sus fotografías llevaban su tiempo y precisaban de considerable oficio”. 

De esta manera, agrega Barberie,  Strand “quiso mostrar el modo en que el tiempo y la historia habían conformado el momento presente en cada lugar que fotografiaba”, presentando ante la gente corriente los conflictos y el heroísmo de sus propias vidas.  Así como en las primeras décadas del siglo XX contribuyó, en la era de las máquinas, a que la cámara fuera un instrumento para hacer arte, en plena guerra fría defendió con su obra valores humanistas. Su modernidad, concluye este especialista, radica en “el extraordinario repertorio de la experiencia humana del siglo XX que nos ha legado”. 

LA FAMILIA LUSETTI  (1953)
En este retrato realizado en Luzzara (Italia), pueblo natal de Cesare Zavattini, Anna Spagiari Lusetti aparece rodeada por cuatro de los quince hijos que tuvo: Bruno, Guerrino, Afro y Remo. Strand  dispuso a los varones alrededor de la madre, de pie en la puerta como pilar de la pequeña casa. Esta famosa imagen muestra el sistema de composición y encuadre utilizado por Strand, en el que se equilibran artificio y espontaneidad. Algún analista de la obra de este fotógrafo ha relacionado su lentitud compositiva con la noción de dignidad de los retratados. Las fotos tomadas por Strand durante el mes  en que permaneció en este pueblo  se publicaron dos años más tarde en el libro Un Paese. En  él Zavattini elabora un texto en el que los retratados cuentan su historia de vida en primera persona.

El propio Strand había augurado las posibilidades del lenguaje fotográfico, precisando las relaciones de éste con otras artes: “Por suerte ciertos fotógrafos muestran que la cámara es una máquina. Una  maquina maravillosa, y prueban que, si se utiliza de forma apropiada y razonable, puede convertirse en el instrumento de una nueva forma de ver, dotada de unas posibilidades inimaginables, que guarda cierta relación con la pintura y otras artes plásticas sin usurpar por ello su territorio”. 

Hace unos años, en 2011, Lunwerg Editores publicó, en su colección Photo Poche (3), un libro de fotografías de Paul Strand con un texto introductorio medular del crítico y teórico francés Arnaud Claass. Éste destaca los logros excepcionales del fotógrafo, marcando sus recorridos estilísticos sin recurrir “a las facilidades de la periodización”: “Pictorialismo y después adhesión a la visibilidad más inmediata. Fuerza intensiva y después movilidad del encuadre. Capacidad de atención a las geometrías urbanas y después a la sensualidad de los cuerpos, a la duración inmemorial de la roca, a las delicadas complicaciones del mundo vegetal”.

Para Strand, agrega este ensayista, “ver no es un acto de idealización, ni el momento de una empatía falaz. Es un momento en el que el diálogo más directo con los hechos se convierte de alguna manera en una experiencia interior, animada por una celebración”. La obra del fotógrafo, concluye Claass, “se presenta a la vez como un esfuerzo de enriquecimiento de las percepciones y como una búsqueda radical del despojo.”


MUJERES DE SANTA ANA (1933)
La presencia humana: figuras y rostros de la  obra de Strand en México.


EL JARDÍN
Dos imágenes de una serie tomada
en su casa de Orgeval (Francia) en 1967.

Strand resumió su manera de ver el mundo (y no sólo su imagen) en una carta dirigida a los estudiantes de fotografía, fechada en 1923, cuando tenía 33 años de edad y una larga andadura por delante. Después de señalar que "todos somos estudiantes" y que en consecuencia hablaba como tal, señala: "Si en realidad quieren pintar o hacer otra cosa, no tomen fotografías, a menos que sólo lo hagan por diversión. En cambio, si se sienten fascinados por la cámara y los materiales, y sienten que son para ustedes fuente de energía y motivo de respeto, aprendan a tomar fotos".

Después de aconsejar para ello que experimenten con los cambios de luz y que conozcan los libros de autor y las exposiciones, para ver qué han hecho los fotógrafos hasta entonces, observando siempre con ojos críticos, dice: "Sobre todo, miren a su alrededor, estudien su entorno inmediato. Si estar vivo significa algo para ustedes, y además tienen suficiente interés por la fotografía y saben cómo utilizarla, querrán fotografiar ese significado".
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(1) Manhatta (1921). Film de Paul Strand y Charles Sheeler. Textos de Hojas de hierba, de Walt Whitman. Duración: 10 minutos.
(2) Paul Strand. Fundación Mapfre. Sala Bárbara de Braganza. De junio a agosto de 2015.
http://exposiciones.fundacionmapfre.org/exposiciones/es/paulstrand/exposicion/

(3) Paul Strand. 65 fotografías de las distintas etapas creativas del autor. Introducción de Arnaud Claass. Traducción de Telmo Moreno. Lunwerg Editores (Photo Poche). Barcelona/ Madrid, 2011.






domingo, 15 de noviembre de 2015

1. Pasolini, poeta desnudo

“Ni fiesta, ni funeral”. Hace cuarenta años que el gran poeta y cineasta italiano Pier Paolo Pasolini fue asesinado y hoy un acercamiento a su figura y a su vasta obra requiere, al menos, de algunas cautelas para no resultar banal ni quitarle vitalidad a un pensamiento que tolera mal la momificación. Es inevitable, sin embargo, que el aniversario suscite publicaciones periodísticas, libros y películas consagrados a su memoria. Se trata de una contradicción probablemente insoluble, ya que “Pasolini es aún aquella fuerza del pasado que, paradójicamente, seguimos sin poder alcanzar". Esta es la inteligente definición de Roberto Amaba y Fernando González García, coordinadores de Pier Paolo Pasolini, una desesperada vitalidad, el número doble de la revista-libro Shangrila, publicado en mayo de este año y consagrado íntegramente al creador boloñés.




AUTORRETRATO CON BUFANDA
Óleo sobre lienzo de PPP

Los responsables de este excelente trabajo afirman que sus propósitos no eran los de “glorificar la obra de Pasolini”. “No buscábamos panegíricos de ocasión, ni revisionismos ahistóricos”. Pero “que la muerte de Pasolini no sea la razón de ser de esta publicación no quiere decir que deba ser ignorada. No podemos instalarnos en la simpleza –irresponsable y perezosa— del artista inmortal ni en el animismo de la obra eterna”. Hay razones de peso: la gran diversidad de los lenguajes pasolinianos, las múltiples relaciones que establecen entre sí, y su literal encarnación en una vida que ilumina períodos enteros de la cultura italiana.

Es complicado escribir sobre este intelectual, de los más singulares del siglo XX. Los coordinadores del monográfico lo ven así: “Pasolini es el anfitrión de la incomodidad, por no decir de la angustia. Te hace confundir las puertas, te niega caminos, choca y esquiva, juega con las señales, te acepta para después rechazarte, te libera en un párrafo y te secuestra en el siguiente. A partir de la contradicción, de la provocación, de la disidencia y de la confrontación, Pasolini se convierte en un generador incansable –y por lo tanto agotador— de nuevos significados”.

Muy diverso, Pasolini, y sin embargo único. La revista italiana Studi pasoliniani, un anuario con colaboradores de distintos países, subraya la articulación de su obra (en varios sentidos, en constante construcción): “La vastedad poliédrica de la obra de Pasolini (que va de la poesía a la narrativa, al ensayo, al cine, al teatro, a la traducción de clásicos, al periodismo, a la pintura), su muy lúcida capacidad de provocación, la fuerza que todavía mantienen sus polémicas públicas, han hecho de este escritor un unicum en el panorama italiano del pasado siglo”. 



ESCRITURA Y CINE
Pasolini en su mesa de trabajo  y recorriendo los lugares de Palestina
donde  se filmará `El Evangelio según San Mateo´


En el mismo sentido, la ensayista Daniela Aronica señala:  “La versatilidad de su ingenio pone en seguida al desnudo los límites de un análisis unilateral, que privilegie sólo una de las vertientes de su actividad: es difícil, en suma, separar al director del escritor, al polemista del pintor, al amigo tierno al que todos recuerdan del furibundo profeta corsario que –desde las portadas de los periódicos— adivinaba y desenmascaraba, uno tras otro, los secretos y las contradicciones  de una sociedad en plena  transición hacia el neocapitalismo”. Este artículo, titulado El intelectual total, integra un Especial Pasolini publicado en este octubre por la revista de cine Caimán. Aronica recuerda otro dato esencial: “Actualmente, parece fácil darle la razón, pero durante toda su vida Pasolini fue objeto de una persecución violenta y reiterada, que le inscribe entre los grandes mártires del pensamiento laico de la Historia (…) Esa voz incómoda fue bárbaramente acallada en la madrugada del 2 de noviembre de 1975. Las sombras que ocultaron la verdad sobre la muerte de Pasolini no se han disipado”. 

La validez de un pensamiento heterodoxo se halla reforzada por su capacidad de supervivencia: “La importancia de Pasolini no reside solamente en el acto de libertad fruto de su independencia, sino de la dolorosa persistencia de su crítica. Si merece la pena seguir acudiendo a su obra es porque el estado de cosas que denunciara en la misma no sólo no ha desaparecido sino que ha empeorado ostensiblemente. En efecto, a día de hoy seguimos todos en peligro”, afirma Salvador Cobo en un análisis publicado en la revista de pensamiento crítico Cul de Sac.

En las cuatro densas décadas transcurridas desde 1975 una copiosa producción de libros y artículos sobre Pasolini se ha sumado a la ya ingente obra del mismo: “Bastaría con acercarse a la fuente y sobraría todo comentario ajeno. Pero, para abordarla por entero, no cabe duda que la producción de Pasolini impondría al lector una dedicación larga y exclusiva”, concluye. Efectivamente, la Obra Completa editada en Italia, al cuidado del crítico Walter Siti, ocupa diez tomos, a los que hay que sumar dos volúmenes de cartas del cineasta, además de todas sus películas. En cuanto a los ensayos críticos acerca de Pasolini, en el Archivo de la Cineteca de Boloña hay más de 1.500 títulos dedicados al artista. 

Ese fenómeno tiene sus riesgos. Los especialistas pueden terminar nublando la propia voz del escritor. Lo que en su caso plantea un doble inconveniente, ya que se trata de un autor que ha expuesto reiteradamente el sustrato racional y las pulsiones irracionales que anidan en su poesía, su teatro, su cine y sus sonadas intervenciones en la vida social y política italiana. Es conveniente, entonces, volver al origen. Es lo que hicieron los cineastas Matteo Cerami y Mario Sesti en 2006, al concebir el documental La voz de Pasolini. “Nada de testimonios”, acordaron, tras preguntarse cómo era posible que en la cultura actual los testigos encuentren más espacio que el autor y la obra misma, sus palabras, sus ideas, sus imágenes. El documental reúne, así, escenas significativas de la historia italiana moderna y textos de Pasolini, leídos en off por el actor Toni Servillo. Un volumen con los escritos seleccionados acompaña al DVD. 

Profecía y lucidez.   Otro probable malentendido es el que atribuye carácter profético a algunos de sus escritos y, en general, al sentido que para Pasolini tuvo la marcha hacia la mundialización del capitalismo y el mestizaje de la Europa contemporánea. También aquí es necesario remitirse a las fuentes. En 1965 Pasolini escribió un muy citado poema titulado Profecía, dedicado a Jean Paul Sartre, que integra el volumen Alí de los ojos azules. Es una suerte de invocación, que en su parte central dice: "Alí de los ojos azules,/ uno de los muchos hijos de hijos, / llegará desde Argelia, en barcos/ de vela y remo. Con él vendrán/ miles y miles de hombres/ de cuerpo menudo y los ojos/ de perro pobre de sus padres,/ en lanchas varadas en los Reinos del Hambre. Traerán con ellos a sus niños…” 

Difícil sustraerse hoy a este poema tan bello que prefiguraba hace medio siglo a los “miles y miles” que hoy se agolpan y con frecuencia mueren en las fronteras. Pero este y otros escritos pasolinianos del mismo tenor no están construidos a modo de profecía sino de constatación lúcida –y amarga— de su propio presente, en el que en todo caso él vio lo que otros no quisieron ver, actuó en consecuencia y pagó un precio por haberlo hecho. Detenerse sólo en su clarividencia de entonces ("ya lo decía Pasolini") libera y tranquiliza al lector, alejándolo del sentido último --corsario-- del gesto pasoliniano. Hace un par de años, un digno documental de Gianni Borgna, también titulado Profecía, reflejaba esta circunstancia al reunir imágenes del  poeta en sus viajes por el continente africano mientras, en off, se escuchaban sus palabras -siempre de una categoría poética estremecedora--, que también suenan actuales

Pero su historia comienza bastante atrás.


A LOS SEIS MESES

CON SUSANNA COLUSSI,
 LA MADRE

CARLO ALBERTO PASOLINI,
EL PADRE

Infancia en el Friuli. A finales de 1921, el joven sargento Carlo Alberto Pasolini y la maestra de escuela primaria Susanna Colussi se casan en la localidad de Casarsa della Delizia, en la provincia de Pordenone, al noreste de Italia. Poco después el militar es trasladado a Boloña, donde nace Pier Paolo el 5 de marzo de 1922. El padre adhiere al fascismo y sus diversos destinos como militar hacen  que la familia deba trasladarse varias veces y que él esté mucho tiempo fuera del hogar. Allí el niño establece un fuerte vínculo amoroso con su madre, que durará toda su vida y evocará en sus obras. Después del primer año en Bolonia, se trasladan a Casarsa, el pueblo de su madre, situado en la región del Friuli. Allí Pasolini volverá muchos veranos. En ese ámbito tiene sus relaciones iniciales con el friulano. Y  escribe sus primeros poemas, a los siete años de edad. 

El biógrafo Nico Naldini subraya la importancia de este contacto idiomático: “El fruilano hablado en Casarsa es una variedad periférica. No se habla en la familia Pasolini, donde el italiano es obligado; ni en la familia Colussi, donde se pasa del veneciano al italiano en las relaciones con los Pasolini. Habla friulano todo el mundo de alrededor, aún auténticamente campesino. Pier Paolo, que lo ha escuchado desde niño, cuando comienza a escribirlo es consciente de estar llevando a cabo una especie de `místico acto de amor´, conquistando por ese camino aquella lengua incontaminada y absoluta que era el mito soñado en sus lecturas de los poetas herméticos”. 

En los años de formación, Pasolini  adquiere su cultura clásica y a los 23 años obtiene el doctorado en Letras por la Universidad de Bolonia. Desde niño muestra facultades para dibujar y siendo estudiante empieza a pintar paisajes. A los 20 años publica, en una edición pagada por él mismo, su primer poemario: Poesie a Casarsa. Es el punto de partida de un largo recorrido poético por una veintena de títulos. 

Sobre el final de la guerra, en enero de 1945, su hermano menor, Guido, que se había unido como partisano a un grupo que luchaba contra la invasión nazi, tiene un trágico fin: es fusilado –en una disputa entre sectores antifascistas-- por comunistas garibaldinos partidarios de Tito. Su grupo se oponía a los planes de una supuesta anexión del Friuli. Tenía 19 años y su destino fue conocido por la familia al finalizar la contienda. Así lo recuerda Pier Paolo: “La desgracia que hemos sufrido mi madre y yo es como una inmensa, espantosa montaña que hemos debido atravesar y ahora, cuanto más nos alejamos de ella, más alta y terrible nos parece en el horizonte. (…) Ese chico ha sido de una generosidad, de un valor y de una inocencia increíbles. Y por eso ha sido el mejor de todos nosotros; ahora veo su imagen viva, con sus cabellos, su rostro, su chaqueta, y me siento presa de una angustia indecible, inhumana”.


CON LA ACTRIZ MARIA CALLAS
CON EL ESCRITOR ALBERTO MORAVIA






















CON NINETTO DAVOLI
A comienzos de 1950, Pasolini y su madre se van a vivir a Roma. Dejan atrás el clima de persecución del pueblo en el que fue acusado de “corrupción de menores” y de “actos obscenos en público” (cargos de los que finalmente es absuelto) y se alejan de la presencia de un padre autoritario, progresivamente ganado por el alcoholismo. En la capital –después de pasar un período de penurias económicas-- se inicia una etapa de gran vigor creativo para Pasolini, en una Italia que empieza a abandonar su raigambre campesina para abocarse al desarrollo industrial, lo que acentúa las diferencias entre el Norte y el Sur del país: un tránsito cuyas lacras el escritor fustigará en sus numerosos escritos periodísticos. Del mundo de los campesinos friulanos, Pasolini pasará a frecuentar en la capital a un círculo de intelectuales y artistas que serán sus amigos durante años, como Alberto Moravia, Elsa Morante, Atilio Bertolucci, Laura Betti, Dacia Maraini, entre otros. Al mismo tiempo, descubre la vida de la periferia romana, un mundo de los márgenes en el que se relaciona con jóvenes de esas barriadas, cuando ya es pública su condición de homosexual. Este ambiente del subproletario romano, ignorado y despreciado por la sociedad bienpensante,  será el de su primera novela, Ragazzi di vita [Chicos del arroyo, según la traducción española,  o Muchachos de la calle, de acuerdo a la argentina], publicada cuando tenía 33 años. En esos arrabales desolados, en los que se habla el romanesco y las jergas que el autor incorpora a su novela, comienza un pulso narrativo que se distribuirá en ocho títulos publicados en vida, más la inacabada Petróleo, un largo y singular trabajo editado de manera póstuma.


EN EL SUBURBIO ROMANO
 Junto al cineasta y el niño, vecinos de las barracas. Muy al fondo, Roma.
La foto fue tomada por periodista inglés Pieter Dragadze.

Pasión e ideología.   A los 38 años, Pasolini publica su primer ensayo, Pasión e ideología y tres años más tarde filma su primera película,  Accattone, punto de partida de una obra cinematográfica muy original y polémica. En esta época, al tiempo que se produce el declive del neorrealismo, el cineasta explora y combina los distintos mimbres del fulgor poético, la fuerza narrativa, y un nuevo enfoque cinematográfico. Y participa con otros escritores en la creación y dirección de dos revistas culturales emblemáticas: L´ Officina y Nouvi Argomenti

El teatro, que ya había tenido algunos esbozos en su juventud, reaparece con fuerza en 1966 (Pasolini tiene 44 años). Ese año escribe seis tragedias en verso, de las que solo una, Calderón, se publica en vida del autor. Las restantes, sometidas a constantes reescrituras, se publican después de su muerte. A la par que las obras, elabora un Manifiesto para un nuevo teatro, en el que sienta las bases de sus propuestas estéticas para la escena: el teatro de la Palabra. 

Ya entonces el Pasolini polemista empieza a tener una presencia notoria en los debates del convulso tránsito italiano entre los años sesenta y setenta. Tanto en razón de su homosexualidad como del contenido de su obra, varias de sus novelas y películas fueron sometidas a procesos judiciales –que tras ásperos caminos terminan siempre en absolución—. No es casual: el escritor libra en solitario un combate radical contra los males italianos, encarnados ahora en un cambio de época signado por el consumismo y la homologación de la sociedad neocapitalista. Comunista fuera del partido, en el que estuvo enrolado dos años y del que fue expulsado, escribe fundadas diatribas contra la Democracia Cristiana y la Iglesia católica, además de tener posturas polémicas ante la ley del aborto (que desaprueba) y los jóvenes protagonista de Mayo del 68 (a los que critica severamente).

Una vez más, él mismo explica ese proceso de reacción de los poderes (políticos, culturales, religiosos) frente a su "insubordinación": “Esta insubordinación la han transferido al plano moral, y la homosexualidad se ha convertido, mediante esta operación de transfert, en el principio mismo del mal. No es tanto por el homosexual al que siempre han condenado, sino por el escritor  sobre el que no ha tenido efecto la homosexualidad como medio de presión, de chantaje para que entrara en sus filas.”


"ACCATTONE"
Interpretado por Franco Citti
FRESCO DE MASACCIO
`El pago del tributo´ (detalle). 1424-28

MAMMA ROMA - ANDREA MANTEGNA
Ettore, protagonista del film, agonizante. A la derecha: `Lamentación sobre Cristo muerto´ (1475- 78).

No obstante, su actividad sigue siendo intensa (si no trabajo estoy triste, dice). De la poesía al periodismo, pasando por una gran dedicación al cine, los estudios semiológicos, la adaptación de tragedias clásicas, la fabulación narrativa y los ensayos. La sociedad italiana está dando pasos hacia una uniformidad que él juzga siniestra.  Se alejan cada vez más los mundos que cree auténticos. Ya no están entre los campesinos italianos ni entre los habitantes de los arrabales de Roma, sino en el Tercer Mundo, en Oriente Medio, la India o  África, lugares que Pasolini recorre para buscar --además de localizaciones para filmes como Edipo o Medea-- los vestigios de lo arcaico, en los que encuentra una perdida dimensión del hombre. 

Radicalismo, coherencia y contradicción. Pasolini no teme la contradicción; en buena medida en ella se asienta la radicalidad de sus puntos de vista. Sin embargo, impresiona la coherencia que subyace a su visión de la sociedad y la lucidez en la percepción de las mutaciones. Sobre todo en los términos de los grandes bloques históricos que estaban en juego en su época. Laico y ateo, es imposible desconocer la religiosidad que anima muchas de sus obras, y no sólo el film El Evangelio según San Mateo. Imbuido en los postulados del filósofo marxista Antonio Gramsci acerca de una cultura nacional-popular, en sus últimos años se propone hacer, en cambio, una obra más elitista, difícil y provocadora, sólo dirigida a los sectores avanzados de la burguesía. La dualidad mundo intelectual y artístico/ mundo de los muchachos de la calle es una constante en su vida, que se mantiene hasta el momento mismo del asesinato. Muchos encendidos debates Pasolini los incita desde la primera página del Corriere della Sera, el gran periódico de derechas en el que escribe durante años, lo que suscita reacciones irritadas en su contra. 


"EL EVANGELIO SEGUN SAN MATEO"
Enrique Irazoqui,  como Cristo, durante el rodaje.

"EL DECAMERON"
Arriba, una estampa de Silvana Mangano (Madonna con niño). Abajo, PPP en el papel del pintor Giotto.

La periodista Natalia Aspesi le reprocha, en una entrevista,  el machismo que ve en sus últimas películas y le señala que en Los cuentos de Canterbury presenta un panorama desolador de las mujeres: obscenas, embusteras, caprichosas, traidoras, amorales, falsas, sin ningún atractivo a pesar de ser bellas. El cineasta responde: “¿Ha encontrado a los hombres mejores? ¿No son también ellos obscenos, embusteros, caprichosos, traidores, amorales, falsos, sin ningún atractivo a pesar de ser bellos? Sólo he salvado a algún viejo. No comprendo por qué las mujeres cometen el error de acusarme de misoginia cuando debería ser acusado de misantropía”. Este tipo de respuestas lo convierten en un interlocutor dispuesto a analizarse a sí mismo. Ante un grupo de estudiantes, explica así su relación con la realidad: “De una forma esquemática la puedo  sintetizar: mi incapacidad de ver en la naturaleza la naturalidad. A otros, las cosas, la realidad, les parecen normales, naturales. A mí todo me parece revestido por una especie de luz relevante, especial, que por eso es mejor definir como sagrada. Y esto determina mi estilo, mi técnica”. 

Poeta en Nueva York. A los 47 años, Pasolini viaja en 1969 por segunda vez a Nueva York, una ciudad que le fascina y en la que percibe la vitalidad americana (como Federico García Lorca cuatro décadas antes). El biógrafo Enzo Siciliano realiza una penetrante valoración de este descubrimiento: “Pier Paolo confundía los vaivenes de la fisiología con la vitalidad creativa y, en la soledad a la que se había condenado, se conformaba con esto. Cada vez más convencido de que un poeta, un intelectual, tenía que huir de los valores de la convivencia burguesa, exaltaba lo que se presentara liberado de toda obligatoriedad. Le habría encantado recorrer el camino del éxtasis físico, del aturdimiento vital, de una voluptuosidad inconexa y abandonada”. 

Luigi Fontanella, docente de la Universidad Estatal de Nueva York, destaca el carácter pedagógico de las intervenciones públicas de Pasolini: “Como muy pocos intelectuales italianos contemporáneos suyos supieron hacer, era capaz de conducir, por medio de razonamientos pedagógicos, al punto central de una cuestión, poniendo rigurosamente de relieve y en claro sus puntos más problemáticos, sabiendo descifrar los códigos tras los cuales se ocultaban, y sabiendo ilustrarlos (enseñarlos) nada más ni nada menos que como lo haría un buen educador”. 

En ese mismo viaje a Nueva York Pasolini concede a Giuseppe Cardillo, director del Instituto Italiano de Cultura de la ciudad,  una larga entrevista destinada a alumnos universitarios. Entre los muchos asuntos sobre los que se muestra muy explícito figura el siguiente autoanálisis: “Yo diría que desde un punto de vista clínico, objetivo, sin realizar juicios de valor, diría que lo que caracteriza principalmente mi psicología es una determinada forma de narcisismo; es decir, una especie de amor hacia mí mismo que en realidad ahonda en los típicos complejos de inferioridad, complejos de culpa, etc. Por tanto, la ambigüedad que le comentaba antes probablemente nazca de ahí, es decir, de la transformación de mi narcisismo en formas sublimadas de proyección hacia los demás”. 

La religiosidad, presente en su obra desde los primeros versos escritos en friulano hasta las obras literarias y cinematográficas más maduras, es hija del lenguaje:  “La religiosidad se halla en el estilo; es decir, cuando yo hablo de los suburbios romanos no los convierto en un fenómeno objetivo, natural. Todo esto no es verdad; a lo sumo, lo es en apariencia; en realidad los suburbios romanos se me aparecen precisamente como una aparición, un sueño, un sueño estilístico”. 

POETA EN SU REFUGIO
Imagen de Pasolini tomada por el fotógrafo Dino Pedriali el 29 de octubre de 1975, tres días antes de la muerte del escritor. Está sacada en la torre de piedra de Chia, cerca de Viterbo, que el
 cineasta compró y reconstruyó en 1970. Fue su lugar de trabajo desde entonces.

Algo sucederá. Es en el Pasolini poeta, el diurno y el nocturno, el sujeto de una “desesperada vitalidad”, el disidente del mundo en que vivió, el narcisista y el crítico de sí mismo, donde puede encontrarse el motor que anima sus creaciones en distintos lenguajes y estilos, y la firmeza de sus batallas perdidas o ganadas a destiempo. Además de significar tantas otras cosas, el asesinato del poeta impidió la realización de su último proyecto cinematográfico, para el que contaba con un perfilado relato. Después del duro trance de Salò, una fábula, que tal vez hubiera completado el sentido filosófico de su obra y cuyo título provisional era Porno-teo-kolossal.

Se trata, en la línea de Pajarracos y pajaritos, de dos personajes napolitanos que realizan juntos “un viaje”, a la manera de Don Quijote y Sancho. Un rey mago, que debía interpretar el gran actor Eduardo de Filippo, y su servidor romano, Romanino, pensado para Ninetto Davoli, el actor que fue pareja de Pasolini durante 9 años. El largo trayecto comienza en Nápoles, continúa en Roma (Sodoma),  Milán (Gomorra), París (Numancia) y después de pasar por Ur, en el Oriente, y por Nueva York, termina en el espacio sideral. En todo su desarrollo, los protagonistas, que ahora se llaman Epifanio y Nunzio, viven episodios disparatados y fantásticos, y cambian de ciudad cuando ven en el cielo un Cometa cuya señal luminosa les indica que tienen que partir hacia su próxima escala. 

NINETTO DAVOLI
A la derecha, en el film Pasolini (2014), de Abel Ferrara.
En Sodoma han visto que todos sus habitantes tienen relaciones homosexuales, salvo una pareja (del estilo de Romeo y Julieta) que mantiene la ya olvidada relación entre sexos diversos. Y son duramente castigados en un tribunal público de esa comunidad. En Gomorra asisten asombrados a la situación inversa: todos son heterosexuales, menos una pareja de dos hombres, que son llevados a la picota. Finalmente, Numancia es el territorio de la violencia, la disciplina y el fanatismo: un retorno neonazi, tecnificado, más “moderno” que el de 30 años antes. Un Poeta consagrado de esa comunidad convoca a la población de Numancia a un suicidio colectivo para resistir de ese modo la invasión de los neofascistas. Cuando éstos llegan, ven que el único superviviente es el Poeta, que no se ha suicidado. Los atacantes dialogan con él, pero finalmente lo fusilan. Muere gritando “Viva la Revolución”.

La fábula termina en el espacio. Ambos compinches comentan su viaje, contemplando la esfera de la Tierra que está a lo lejos. Epifanio, hablando para sí mismo o para nadie, dice dolorosamente que ha sido una ilusión la que lo ha guiado por el mundo, aunque una ilusión que, del mundo, le ha hecho conocer la realidad… Y agrega: “Como todos los cometas, el Cometa que yo he seguido ha sido una cabronada. Pero sin esa cabronada, Tierra, no te hubiera conocido…” 

Nunzio, que mira la Tierra con simpatía, comenta en napolitano: “Bueno, señor Epifanio, no existe el fin. Esperemos. Algo sucederá”.

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                                                          LAS  FUENTES

Todos los artículos dedicados a Pasolini en esta entrega del blog contienen alusiones y citas del poeta (y de sus biógrafos y críticos) que proceden de algunas de las publicaciones y libros siguientes:

Narrativa:
Chicos del arroyo. Título original: Ragazzi di vita (1955). Edición y traducción de Miguel Ángel Cuevas. Cátedra, Madrid, 1990. Existe otra edición del mismo traductor, titulada Chavales del arroyo, publicada por Nordica Libros, Madrid, en 2008 y 2015. En Argentina se publicó con el título Muchachos de la calle, en traducción de Atilio Dabini. Fabril Editora, Buenos Aires, 1961. Planeta, 1973.
Una vida violenta. Traducción de Atilio Pentimalli Melacrino.  Seix Barral, Barcelona, 1993, 2003.
Teorema. Traducción de Enrique Pezzoni. Edhasa, Barcelona/Buenos Aires, 2005.
Petróleo. (publicada póstumamente) Traducción de Atilio Pentimalli. Seix Barral, Barcelona, 1993.

Poesía:
Las cenizas de Gramsci. Edición bilingüe, traducción y prólogo de Stéphanie Ameri y Juan Carlos Abril. Visor Libros, Madrid, 2009.
Poesía en forma de rosa. Traducción de Juan Antonio Méndez Borra. Visor Libros, Madrid, 2002.
Transhumanar y organizar. Traducción de Ángel Sánchez-Gijón. Visor Libros, Madrid, 1981/2002.
Who is me. Poeta de las cenizas. Poeta delle ceneri, título con el que se publicó en Italia, en la revista Nuovi Argomenti (1980), este manuscrito inconcluso probablemente de 1966. Traducción y prólogo de Marcelo Tombetta, DVD Ediciones, Barcelona, 2002.

Teatro:
Calderón. Traducción de Carla Matteini. Prólogo de Moisés Pérez Coterillo. Icaria, Barcelona, 1987.
Fabulación. Introducción de Edi Liccioli. Traducción de Carla Matteini. Editorial Hiru, Hondarribia, 1997.
Pocilga.Traducción de Fernando González. Amarú Ediciones, Salamanca, 1995.
Orgía. Versión castellana de Carla Matteini. Editorial Hiru. Hondarribia, 1995. Incluye el Manifiesto para un nuevo teatro.
Pasolini, la palabra como revelación y como exilio. Ciclo de obras teatrales y conferencias dedicado al autor. Teatro Pradillo y Centro Cultural Moncloa. Febrero de 2009.

Cine:
Pier Paolo Pasolini. De Silvestra Marinello. Traducción de José Luis Aja. Ediciones Cátedra, Madrid, 1999. Estudio sobre el cineasta y sus películas.
Pier Paolo Pasolini. La brutalidad de la coherencia. De Miguel Ángel Barroso. Ediciones Jaguar, Madrid, 2000. Análisis de la obra cinematográfica.
Pasolini: obra cinematográfica. Proyección de 14 películas del cineasta, organizada por la Filmoteca Española. Madrid, noviembre-diciembre de 2002.

Escritos periodísticos y artículos:
El caos. Contra el terror. Il caos (epígrafe de las columnas escritas entre 1968 y 1970 en el semanario Tempo). Traducción de Antonio Prometeo-Moya, Editorial Crítica, Barcelona, 1981.
Scritti corsari (Escritos corsarios), con prefacio de Alfonso Berardinelli. Garzanti, Milano, 1975/ 2011.
Cartas luteranas. Traducción de Josep Torrell, Antonio Giménez Merino y Juan-Ramón Capella. Editorial Trotta, Madrid, 1997/2010.
La Italia de Pasolini. Fragmentos de una crónica de viaje por la costa italiana realizado por el autor en 1959. Revista Room 1, 2008. Mucho después, el fotógrafo Philippe Séclier obtuvo imágenes de los mismos lugares. Texto y fotos fueron publicados conjuntamente bajo el título Larga carretera de arena por la editorial Blow Up Libros Únicos.
El olor de la India. Traducción de Atilio Pentimalli. Editorial Península, Barcelona, 2007/2013.
Demasiada libertad sexual os convertirá en terroristas. Bajo este título algo oportunista elegido por la editorial –que es el de un breve artículo publicado por Pasolini en la prensa italiana— se agrupa una selección de certeros artículos del autor, tomados del volumen de sus Obras completas titulado Saggi sulla política e sulla società (Ensayos sobre la política y la sociedad). Errata Naturae Editores, Madrid, 2014.

Biografías:
Vida de Pasolini. De Enzo Siciliano. Traducción Juan Moreno. Plaza & Janés, Barcelona, 1981. Hay una edición de 2015: Pasolini, una vida tormentosa (Editorial Torres de Papel).
Pier Paolo Pasolini. Una vida. (Pasolini, una vita, 1989). De Nico Naldini. Traducción de Mercedes de Corral. Circe Ediciones, Barcelona, 1992/2001.
Pasolini o la noche de las luciérnagas. De José Mª García López. Nocturna Ediciones, Madrid, 2015. Recreación novelada de la vida del poeta y cineasta italiano.

Ensayos y entrevistas:

Pasolini. Monográfico de la revista Sileno (variaciones sobre arte y pensamiento) en el que varios autores analizan aspectos de la obra del intelectual italiano, como sus cartas, sus críticas a la modernidad o su idea de lo sagrado, entre otras cuestiones. Madrid, número 7, diciembre de 1999. 
Una fuerza del pasado. El pensamiento social de Pasolini. De Antonio Giménez Merino. Editorial Trotta, Madrid, 2003.
Pasolini, palabra de corsario. Revisión del corpus pasoliniano, con especial referencia a su obra poética. Varios autores. Textos y fotografías de la exposición comisariada por Alessandro Ryker. Círculo de Bellas Artes, Madrid, 2005.
La escritura y el compromiso.  Análisis crítico de la obra pasoliniana publicado por la revista italiana de filosofía y política MicroMega, en ocasión del 30º aniversario de la muerte del escritor. Los artículos referidos a Pasolini ocupan la mitad de este número: la otra mitad está dedicada a Jean Paul Sartre, al cumplirse el centenario de su nacimiento. MicroMega, Roma, noviembre-diciembre de 2005.
Visiones de Pasolini. Edición de Mariano Maresca. Ponencias de varios autores en el congreso Pasolini, posthistoria, mundo y barbarie. Ediciones del Círculo de Bellas Artes, Madrid, 2006.
Nueva York. Pasolini rilegge Pasolini (1972). Incluye una larga entrevista realizada en Estados Unidos y el artículo Nueva York es una guerra. Traducción de Paula Caballero Sánchez. Errata Naturae Editores, Madrid, 2011.
Pasolini, una fuerza del pasado. Ensayo de Salvador Cobo, integrante del colectivo editorial de la revista de pensamiento crítico Cul de sac. Número 3-4. Alicante, enero de 2014.
Pier Paolo Pasolini. Una desesperada vitalidad. Monográfico dedicado al cineasta de la revista Shangrila (números 23-24), Santander, mayo de 2015. Artículos de 27 especialistas. 426 páginas.
Especial Pasolini. Revista Caimán, cuadernos de cine (número 42, octubre de 2015), Madrid. Varios autores.

DVD:
Pasolini, un delitto italiano. Film de Marco Tulio Giordana, 1995. Crónica de los procesos abiertos tras el asesinato del cineasta en 1975, a los 20 años de que se produjera. Es una enfática requisitoria contra los errores del proceso judicial y el silencio político. Indirectamente mantiene la hipótesis de la responsabilidad colectiva en el crimen.
Pier Paolo Pasolini e la ragione di un sogno. Película de Laura Betti, actriz y amiga íntima del cineasta. 2001. Fragmentos de la vida de Pasolini y testimonios de quienes lo conocieron.
La voce di Pasolini. , 2006. Montaje de imágenes sobre distintos momentos de la historia italiana de la segunda mitad del siglo XX, con escritos de Pasolini leídos en off por el actor Toni Servillo. Un libro con los textos acompaña el DVD.
Profezia. L´Africa di Pasolini. (2013). Documental de Gianni Borgna con supervisión artística de Enrico Menduni. El film parte del poema pasoliniano Profecía para seguir la búsqueda del cineasta, a través de viajes y escritos, en el mundo de las culturas africanas.
Pasolini. (2014) Film de Abel Ferrara que recrea algunos aspectos de la personalidad del poeta y cineasta, e imagina una versión libre del último proyecto cinematográfico pasoliniano, truncado por su asesinato en 1975.

CD:
Le ceneri di Gramsci. "Oratorio a più voci. Dal canto di tradizione orale al madrigale d´autore". Musicalización del poema Las cenizas de Gramsci, uno de los once incluidos en el libro de Pasolini del mismo nombre. Música de la compositora Giovanna Marini, escrita para el Coro Arcanto y dirigida por Giovanna Giovannini. Este oratorio fue estrenado en Bolonia al cumplirse el treinta aniversario de la muerte del poeta. Editado por Block Nota (BN), Udine, 2006.

Obra gráfica y fotografías:
Pasolini, entre enigma y profecía. Pasolini tra enigma e profezia (1991), del pintor y crítico Giuseppe Zigaina. Textos del autor y dibujos de Pasolini, expuestos en 1991 en la sede del Instituto Italiano de Cultura de Madrid, editor del libro.
Imágenes corsarias. Exposición retratos de Pasolini. Instituto Italiano de Cultura. Madrid, noviembre de 2010.
Pasolini/Roma. Exposición de fotografías y documentos sobre el cineasta, en distintos momentos de su trayectoria vital. Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, mayo-septiembre de 2013. La misma muestra, acompañada de la proyección de las películas de Pasolini, en la Cinémathéque Française. París, septiembre-noviembre de 2013.


                                   CENTROS DE ESTUDIOS EN ITALIA

1.Centro Studi – Archivio Pier Paolo Pasolini della Fondazione Cineteca di Bologna. Centro de documentación internacional instituido por la actriz Laura Betti, quien en 2003 donó a la Cineteca de Bologna el archivo sobre el cineasta que atesoró durante dos décadas. Reúne materiales referidos a la obra literaria, cinematográfica y teatral del poeta:

2.Centro Studi Pier Paolo Pasolini – Casarsa della Delizia. Esta localidad friulana alberga un centro de documentación cuya sede es la casa materna de Pasolini. Conserva numerosas cartas y originales de las obras escritas en sus años de formación:.

3.Página web dedicada a Pasolini, iniciada por Angela Molteni:

4.Studi pasoliniani. (2014). Revista internacional dirigida por Guido Santato. Este anuario publica estudios de un gran número de especialistas sobre todos los aspectos de la obra pasoliniana. Fabrizio Serra Editore. Pisa-Roma.